“Réquiem y marmitako”, de Amelia Serraller | Reinhard Huaman Mori

Para cuando nos dimos cuenta, ya todo había cambiado. Por completo. De pronto, acabamos encerrados en nuestras propias casas, en nuestras propias inseguridades, en nuestra propia incertidumbre. En resumen, nos habíamos quedado a solas con nosotros mismos y eso fue lo más duro de la pandemia: el tener que apreciar no solo quiénes éramos en realidad, sino en lo que nos convertiríamos... De un momento a otro nuestra vida se interrumpió de forma abrupta. Nos había acorralado un virus. ¿Fue acaso un virus o nuestra desmesura? De cualquier modo, la sensación fue más que desoladora: aquella seguridad y confort que encontrábamos en nuestro hogar, en nuestro refugio, se nos volvió en contra, vulnerados con facilidad. Entonces, empezamos a asfixiarnos con la eviterna sensación de estar bajo arresto domiciliario.

 

Este es, precisamente, el tema sobre el que giran los 14 relatos de Réquiem y marmitako, el sólido debut narrativo de la docente universitaria y traductora Amelia Serraller. El libro, gestado y publicado durante el confinamiento, es una de las primeras obras que indagan sobre cuáles fueron las consecuencias y las repercusiones que trajo consigo la vida en reclusión. Para ello, la autora —nacida en Madrid pero con fuertes raíces donostiarras— elige San Sebastián como escenario único, invitando al lector a dar un paseo por sus calles, sus barrios, sus parques y plazoletas. Allí, entre Pedro Egaña, Urbieta y Moraza, en los edificios de Amara o en los alrededores de la plaza Easo, seremos testigos de cómo esta nueva rutina sedentaria se convertirá, a regañadientes, en aquella “nueva normalidad” de la que fuimos todos rehenes por un largo año.

 

Uno de los méritos del libro es la manera en que están plasmados los miedos, el hartazgo y la soledad que los diversos personajes afrontan durante su encierro. El buen hacer narrativo de Serraller se aprecia en cómo el aislamiento merma y horada la seguridad de cada persona. Encontramos, así, familias que de a pocos se van rompiendo, relaciones que muestran sus primeras fisuras, personajes que van cayendo en la violencia, que se hunden en el alcoholismo o que encuentran consuelo en la cocina, con una mascota o frente al teléfono. El desapego y el distanciamiento han mermado la psicología y la autoestima de muchos. Otros se han visto arrollados por el deceso de un familiar o de un amigo, cuando no de un modo de vida. “De la noche a la mañana, como un silencioso cazador furtivo, el coronavirus había logrado infiltrarse en su casa de Pedro Egaña” (p. 69).

 

Sin embargo, el retrato que esgrime la autora va más allá del ciudadano prototípico en tiempos de pandemia. En tal sentido, Félix Maraña en su prólogo a Réquiem y marmitako, señala cuán certera y apropiada es la representación del carácter y la idiosincrasia vasca en estos relatos. “El escenario, la topología, las personas retratadas, su forma de vida, costumbres, vivencias, psicología, nombres, su geografía moral y física, conforman un mapa de la identidad donostiarra como lo fueron algunos textos de Baroja”. Muy acertado se muestra Maraña al relacionarla con otros escritores vascos, quienes han sabido retratar a sus conciudadanos en sus obras. Coloca el nombre de Amelia Serraller junto al de escritores de la talla de Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Jorge Oteiza o Martín de Ugalde o Pedro Ruiz Balerdi o al lado de los poetas Gabriel Celaya, Kepa Lucas o Blas de Otero. Hay una tradición muy fuerte en la literatura vasca en la cual Serraller ha puesto con firmeza el primer pie.

 

No se trata, por tanto, de la mera inclusión de palabras o vocablos en euskera ni de frases populares ni avenidas vascas. Quien lee, pero sobre todo quien escribe, sabe muy bien que para conocer a un personaje, lo ideal es cederle la palabra. Si hay algo llamativo en este libro es el predominio de los diálogos, característica no muy habitual en un escritor debutante. Las conversaciones entre los personajes ocupan más espacio que las descripciones. El narrador es más bien un presentador —sobre todo al inicio de cada historia—, una voz que capitula los diálogos con alguna información adicional, en ocasiones complementaria, pero siempre ligada a una conversación.

 

Como ocurriera en su momento con los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer o con El Decamerón de Giovanni Boccaccio, Réquiem y marmitako da cuenta de una época que paralizó nuestro mundo y modificó nuestro modelo de enfrentar la vida a base de historias. Si algo nos trajo el COVID-19 fue la oportunidad de rehacernos, de reencontrarnos, pese a la brusquedad de sus formas. Por ello, leer este libro puede ser también un saludable ejercicio de regresión, un punto de inflexión desde el cual volver a empezar y de otra manera. O, simplemente, otra inapelable razón para disfrutar de la vasta literatura vasca contemporánea.

 


reinhard huaman mori

Reinhard Huaman Mori

[Lima, Perú, 1979] Ha publicado los poemarios el Árbol (2007) y fragmentos de Fuego* (2010), así como la plaquette de poesía Ella (12 secuencias) Isabel Archer (2015). Sus poemas sueltos y dispersos aparecidos previamente en revistas, diarios y antologías han sido reunidos y publicados en el volumen titulado E·C·O·S (2019). Fue director de la revista Ginebra Magnolia.

 

Actualmente, es el OJO izquierdo de esta revista.