Contemplar para volverte objeto: una interpretación de la narrativa estética de Kata Soós | LM Hermoza

La representación, en la obra de arte, salta del formato y reclama su propia vida, su existencia singular en el espacio. Nos interpela y cuestiona sobre sí misma. Dándonos la oportunidad de ampliar nuestra experiencia respecto al objeto o ente que, desde la tela nos evoca nuevos aspectos silenciados por la cotidianidad, el estilo de vida, etc. Ahora que padecemos la lluvia de representaciones que nos fuerzan a la banalización, estas pasan la mayor parte del tiempo desapercibidas, silenciadas por la interacción constante o la perspectiva de la selección visual utilitaria. De la misma manera, la publicidad y el márketing nos fuerzan a concentrarnos en algunos aspectos para fines específicos que generalmente son vendernos algo, crearnos una necesidad o hacer que adoptemos una idea. Salir de esto, de la uniformidad de la percepción, resulta, pues, realmente subversivo.

Kata Soós, Livingroom, 1999, 70x100 cm, oil, canvas.

Livingroom, 1999, 70x100 cm, oil, canvas.

En las telas de Kata Soós, tuberías, enchufes, lámparas, cables, cajas, sillas, colgadores, perchas, interruptores de luz, llaves de agua, objetos con los que vivimos diariamente y coexistimos reclaman su importancia, primero, para retomar la trascendencia de lo retratado, pero también la trascendencia potencial que conserva en sí toda existencia misma. Se trata de un ritual que sacraliza, como sucedió en su momento con las pinturas rupestres. Un ritual que inmortaliza, como ha sucedido con los retratos. Pero sobre todo, un ritual que habla y evoca y restituye lo poético de las cosas. Cuánta poesía en el acto de presionar un botón que apaga la luz o girar una llave. Sobre estas cosas reflexiona y nos hace reflexionar esta artista con su trabajo.

Kata Soós, Ski Lift, 2001, 60x40 cm, oil, canvas

Ski Lift, 2001, 60x40 cm, oil, canvas.

Kata Soós, Convector, 1999, 45x50 cm, oil, canvas.

Convector, 1999, 45x50 cm, oil, canvas.

Kata Soós es una artista de origen húngaro instalada en Barcelona, quien precisamente se ocupa en interpelarnos a través de la representación de objetos, situaciones y entornos ordinarios y banales que bajo su brocha dejan de serlo para cargarse de sentido, muchas veces inesperado y, por tanto, impresionante. A lo largo de los años, ha pintado objetos de los que hacemos uso de manera cotidiana y que, por eso mismo, pasan paradójicamente desapercibidos. Paradójicamente, ya que en la sociedad de consumo que resalta y magnifica la utilidad frente a la inutilidad, resulta irónico que aquello que más utilizamos y que incluso sea indispensable, pase por algo irrisorio.

Seguidamente, Kata Soós tiene que saldar una deuda con el espacio. En sus pinturas, retrato de objetos, en general aislados y por ende puestos en relieve, poco a poco se va inmiscuyendo el entorno, como reclamando su parte de protagonismo en la dinámica de la reivindicación de lo banal o de su trascendentalización que la artista propone. 

 

El objeto o existencia es en relación a su espacio, a un estado o circunstancia. Un objeto aislado jamás existe, un objeto solo es fantasía. Porque incluso el aislamiento y la soledad son en sí un espacio o una circunstancia respectivamente, tan concretos como una celda o imaginarios. El espacio ayuda a definir el objeto y el objeto hace lo mismo con el espacio: una interrelación indisoluble. Kata Soós, en sus pinturas, nos presenta esta correspondencia y dinámica, que a la vez nos permite agregar nuevas utilidades y conexiones; es decir, ampliar el significado y experiencias de las existencias.

Kata Soós, Clasroom, 2011, 110x140 cm, oil, canvas

Classroom, 2011, 110x140 cm, oil, canvas.

Es cuando la perspectiva de los espacios se amplía y cobra relevancia en el discurso de la pintora, deja de ser un detalle que condiciona el objeto y la interpretación del mismo en el ser que contempla la tela. Deja, por tanto, de ser utilería y pasa a ser escenario y a la vez protagonista. Para lograr la objetivización del espacio o convertirlo en objeto, la artista lo vacía, pero no de cosas, sino de personas. Los objetos permanecen en las representaciones como elementos que componen un todo que evoca acción pasada y evoca acción futura, pero que en su presente descansan con toda la crudeza y frialdad de lo inmóvil. Objeto y espacio forman parte de la misma escultura representada en la pintura y, así, en conjunto, saltan de la tela para amenazar con el vacío (de personas).

Kata Soós, INDUSTRIAL OVEN (detail), 2014, 150x120 cm, oil, canva

Industrial Oven (detail), 2014, 150x120 cm, oil, canvas.

Kata Soós, LAUNDRY ROOM 4, 2014, 150x140 cm, oil, canvas.

Laundry room 4, 2014, 150x140 cm, oil, canvas

Una vez más la artista cuestiona nuestra forma de entender la interrelación con el espacio. En un primer momento, con la observación renovada de la contemplación del objeto retratado que en sus telas proporcionaba nuevas evocaciones espaciales. Ahora con espacios que son lugares que ocupan un indiscutible lugar en nuestro imaginario colectivo. Escuelas frígidas sobre las que descansan útiles escolares. Cocinas limpias con sus herramientas también frías. Comedores de escuelas o cárceles (¿cuál es la diferencia?). Lavanderías, salas de espera, etc. Espacios generalmente de terror que, sin gente representada, dejan imaginar la frenética o dolorosa actividad pasada o su proyección en el futuro. Como resultado: en el momento en que son contempladas se vuelven más hostiles. Recordamos la frialdad gris del colegio o de los comedores de empresa. La soledad y el desamparo de las lavanderías automáticas o de tener que ir a una. El hambre de madrugada que nos impulsa a entrar a un triste local de máquinas dispensadoras de chucherías. 

Kata Soós, LÁSZLÓ 7, 2016, 150x170 cm, oil, canvas.

Lászlo 7, 2016, 150x170 cm, oil, canvas.

Kata Soós da un paso más y pasa a representar humanos, pero no singulares, sino anulados, silenciados por la uniformización que otorgan, valga la redundancia, los uniformes. Empiezan a aparecer representaciones humanas fantasmagóricas gracias (o a causa de) la prenda desingularizadora por excelencia: la bata blanca. Doctor, enfermero, camillero. Pintor. Limpiador. Nada puede determinar lo que son esos personajes que pueblan las nuevas telas, cuyos trazos o gestos particulares son expresamente difuminados. Son, pues, nuevos objetos en nuevos escenarios. Los humanos son ahora las nuevas cafeteras, las nuevas lámparas, los nuevos sillones, los hornos ocupando el espacio que debería humanizarlos en la representación, pero que, todo lo contrario, por efecto del uniforme, quedan ya, por fin, amalgamados con el escenario y cosificados.

Kata Soós, WORK, 2019, 98x130 cm, oil, canvas.

Work, 2019, 98x130 cm, oil, canvas.

Kata Soós, MACBA, 2019, 190x260 cm, oil, canvas.

MACBA, 2019, 190x260 cm, oil, canvas.

Como si no fuera suficiente este terror, Kata Soós sube otro nivel al representar el lugar del espanto por excelencia: el hospital. Esta vez ocupado por su personaje: el salvador-verdugo que es el doctor, más específicamente, el cirujano. Este es el nuevo personaje que aparece en la iconografía de la artista, cuyos colores, verdes, celestes y blancos, normalmente asociados a la esperanza, ahora evocan el espanto. La artista logra, de esta forma, cosificar el terror que constituye cualquier rincón del hospital habitado por esos personajes en verde.

Kata Soós, Operating Room, 2019, 60x120 cm, oil, canvas

Operating Room, 2019, 60x120 cm, oil, canvas.

Continuando la línea de su narrativa, los gestos y facciones de aquellos seres en verde quedan anulados, desvanecidos o exagerados, para proyectarse ante nosotros como la caricatura del miedo. Asimismo, en estas representaciones, Kata Soós sugiere, como antes lo había hecho con los espacios vacíos, actos que pasaron o van a pasar, ahora una cirugía, hecho importante de la que probablemente dependa una vida, sane, cure, repare un cuerpo o lo asesine o eche a perder. La proyección de cualquiera de estas probabilidades es lo que habita estas representaciones.

Kata Soós, Operation 1, 2020, 150x170 cm, oil, canvas

Operation 1, 2020, 150x170 cm, oil, canvas.

Es aquí cuando nos percatamos de la operación que ha realizado la artista. En estas telas, además del frígido mobiliario de hospital y los fantasmagóricos personajes de verde, percibimos otras presencias que son protagonistas: nosotros. De pronto, estamos dentro. Nos han capturado. La fórmula, a estas alturas, nos resultará simple ya que la artista nos ha acostumbrado a la dinámica que se ejecuta en su trabajo, al juego de proyecciones, de evocaciones y de cosificación. Nos es imposible desentendernos de lo que contemplamos, tomar distancia y no empatizar con aquella proyección de cuerpo enfermo, dañado o tullido que se encuentra a merced de los fantasmas de verde. Inevitablemente, somos nosotros los que, esta vez, saltamos dentro de la tela enriqueciendo, por un lado, nuestra experiencia de la que sea nuestra idea o imagen de lo que es un hospital, pero por sobre todo, ya escarbando en nuestros recuerdos o en nuestra imaginación, de lo que es nuestro cuerpo o su proyección en nuestra mente; es decir, nuestra auto-representación como seres sanos o seres dañados.

Kata Soós, Operation 2, 2020, 170x150 cm, oil, canvas

Operation 2, 2020, 170x150 cm, oil, canvas.

Como se puede suponer, se trata de una experiencia terrible pero singular aquella de volverte cosa en la tela, que, gracias a la narrativa de Kata Soós, se logra al aprehendernos dentro de sus representaciones. No obstante, esto es posible, por un lado, gracias a la ya mencionada dinámica de interrelación y proyección que se ejercita al contemplar su obra; pero además a la experiencia de indefensión, desamparo, soledad, empequeñecimiento que todos alguna vez hemos experimentado al estar dentro de los hospitales, en manos de esos seres fantasmagóricos en verde, dueños de nuestro destino y, por tanto, ejecutores de nuestra deshumanización. No hay nada más cercano a sentirte cosa que estar postrado en una camilla sin poder de reacción. Kata Soós representa detalles de esa experiencia que saltan de sus telas para atraparnos, encarcelarnos, aislarnos en la reflexión sobre nuestra condición de cuerpos potencialmente cosificables, ampliando nuestra propia experiencia de la condición humana.



* Foto de la cabecera por Anita Szirbek. 


LM Hermoza en OJOXOJO.XYZ

LM Hermoza

[Trujillo, Perú] Es licenciado en Filología Románica, Máster en Letras y Máster en E-learning. Ha vivido en Perú, en España y Francia. Lideró la Agrupación cornelista: por un planeta sin humanos, con la que publicó fanzines y realizó recitales y performances en Barcelona y París. Dirigió la revista de literatura La Siega. Co-dirigió 2+. Formó parte del consejo de redacción de la revista Paralelo Sur. Ha publicado, en poesía, La trilogía del signo (2021), que reúne sus tres libros de poesía aparecidos en ediciones ultralimitadas en Londres, Ciudad de México, Lima y Mánchester. En narrativa, ha publicado la novela La madre rata (2020), cuya versión preliminar quedó finalista en dos concursos. 

 

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