Algo como el agua | María Rosa Maldonado

I

la peste   puede ahogarse en el agua:

las ratas se ahogaron en el wesser

en el mar rojo    los perseguidores

de moisés y su pueblo

 

en las aguas del tíber

dicen que pereció

el mítico etrusco tiberino

rey de alba longa

del miedo y de la guerra

 

—sin hablar del diluvio

que la tierra limpió de pecadores—

 

el viento mueve las arenas

modifica las dunas del desierto

pero el agua lava   el corazón del mundo

 

 

 

II

ama —mujeres del mar—

buscadoras de perlas:

 

a la hora del alba

iluminadas con   antorchas de bambú

silenciosas

 

con el pecho desnudo

 

ellas    saltaron

desde un poema del antiguo man'yōshū

hasta las frías aguas del océano

 

 

 

III

en luna nueva    los espacios se curvan

se curvan   las patas de los amblipigios

seres tímidos y crepusculares

 

crece el astrágalo   en la oscuridad

se mueven   lentamente   las montañas y

 

los rebaños   entran   pensativos

en el agua del sueño

 

 

 

IV

cantan los gallos   y aún no ha amanecido

en esta tierra

donde abunda el misterio:

 

la medusa inmortal

capaz   de inversa   ingeniería   genética

prolifera    tranquila   por los mares del mundo

 

muestra la belleza de la singularidad:

 

agua   que se bebe a sí misma

y   sin carencias   vuelve

 

 

 

V

el agua que bebió giordano bruno:

 

animales   seres inteligentes

soles y planetas

poblando su universo

uno   sagrado   e infinito

 

lirios blancos de la arena

creciendo en su blanco corazón

 

y esa hoguera   iluminando roma

desde campo dei fiori:

 

el agua que no pudo beber

 

 

 

VI

ellas   plantan arroz

en el arrozal del santuario

en el fushimi inari   donde el zorro

 

sagrado y venerable

 

con la boca sostiene

las llaves del granero

 

ellas   por los pies beben agua

por los pies   comen tierra

 

por todos los poros de sus sombras

por las manos

 

mientras el sol   al trasluz   muestra sus huesos

suaves y blancos    como arroz

como las altas nubes

como el día

 

 

 

VII

vrksasana   ría celestún:

mujer flamenco

en onda meditación sumida:

un pie en el agua   manos hacia el cielo

 

—velocidad mitocondrial del pensamiento—

 

esbeltos    y enigmáticos

 

creados

con el color   de la artemia salina

los flamencos   danzan a su lado

 

 

 

 

VIII

agua dulce

gordas nubes cargadas del monzón

kati thanda-

lago eyre   después de seca y larga noche

todo vuelve a la vida:

 

la vegetación vuelve a la vida

los insectos    el dragón del lago

algas   bacterias    y los sápidos peces

 

videntes   los pelícanos   llegan

desde todos los puntos cardinales

 

—cómo saben?:

entrelazamiento cuántico?

acción fantasmagórica?—

 

saben   saben   que el lago se formó

y el exacto camino para llegar a él

 

 

 

 

IX

bosque boreal

 

en el profundo invierno siberiano

el tigre del amur

 

comerá flores de agua?

dendritas estelares?

cazadores de tigres?

 

sí   comerá   comerá   cazadores de tigres

o morirá de hambre   en tanto

 

las clematis floridas   sésiles y laboriosas

abren sus corolas

en la taiga

 

inalterables   como alfa del centauro

 

 

 

X

ella vivió:    no volverá a vivir

fría de tantos siglos   como una mala hierba

arrancada del mundo

 

cuaresma:

tiempo de liturgia

él permaneció   cuarenta días   solo en el desierto

sin comida ni agua

 

cuaresma:

penitencia   duelo y sacrificio:

así   recibirás a dios

así   será   en ti renacido

 

pero en alejandría   cirilo habla y habla   de la bruja

que con falsas palabras envenena a la gente

 

habla   de esa mujer   sabia como átomo de uranio

preciosa como medusa de cristal

que en la luz de sus propias aguas brilla

 

cuaresma:

omnívoros   y locos  y brutales

faenaron la carne de la hermana

 

*Inédito

 


maria rosa

María Rosa Maldonado

[Barcelona, 1944] En 1949 se radicó con sus padres en Buenos Aires, Argentina. Es profesora de Filosofía, Ciencias de la Educación y Psicología. Coordina talleres de escritura y dicta seminarios y conferencias sobre literatura y filosofía. Ha colaborado y colabora en diarios y revistas con poemas y notas bibliográficas. Publicó Poemas (Edición de la autora, 1977), Hasta que despertar es imposible (Editorial Ultimo Reino, 1989) poemario con el cual obtuvo en 1988 el Primer Premio de Poesía del diario La Nación, El esplendor ajeno de las cosas (Editorial Ultimo Reino, 1992) El zumbido de dios (Editorial Tse Tse, colección bikebik, 2002) poemario al que se le otorgó el Segundo Premio Municipal del bienio 2002-2003, Atzavara (Editorial Kriller71ediciones, 2012), Acúfenos (Editorial Zindo&Gafuri, 2017) y El libro de las hormigas (Editorial Leviatán 2020).