Una cocina Surge | Leonardo Aguirre

Una cocina Surge
Crónica rimada de Lima



1

Una cocina Surge
al que me traiga
El Gráfico de Buenos Aires
con ese reportaje
que cubre
o más bien destapa
(desde la tapa: te atrapa)
destapa y exhuma: son fotos muy crudas
el partido Perú-Argentina
(la tapa titula: «La tragedia de Lima»)
del 24 de mayo
del año seis-cuatro
(bajo el primer mandato
de Fernando Belaúnde)
que ocurre
para ser exactos
en el coloso de José Díaz
(perdonen el cliché
o la huachafería
que tomé de RPP)
y que tuvo como saldo
según el informe del Gráfico
informe sórdido
dramático
pero sólido
trescientos pálidos
anónimos
por culpa del árbitro
daltónico
que anula un gol válido
y agónico
caldeando los ánimos
es lógico
en momentos tan álgidos
como tórridos
y se cuadra impávido
junto al pórtico
terco y tiránico
despótico
tieso y afásico
estólido
inmune a los cánticos
eufóricos
volcánicos
vitriólicos
hepáticos:
hijo de puta
hijo de puta
hijo de puta
+
El nombre del hijo
o nombre del pito:
Ángel
(un ángel de negro)
+
Pero no nos olvidemos
de los otros culpables
como el men de los tombos
que mandó sin bozales
a pastores y dogos
a la misma tribuna
que después el jijuna
rociará de gases:
la Norte
la tribuna de los pobres
la nacionalidad inexistente
como apunta y acuña
Efraín Rúa
en El gol de la muerte
+
[Así como a los mayorunas
a la vuelta de pocos meses
en testimonios de Varese
y dibujos de Marco Descalzi
los hará fumigar el arqui
con mortífero napalm]
+
Ni tampoco se olviden
del yungay
vigilante
guachimán de La Nené
o chaleco de sus kines
(entre otros oficios para nada recomendables)
conocido como el Negro Bomba
(generales de ley: Víctor Melacio Vásquez)
que saltó los alambres
llevando una botella rota
(¿Demonio de los Andes?)
con el propósito evidente
(¿aguardiente?)
de cascar la cara del descarado juez
(¿vinilo?)
con lo cual provocó a la GC
(¿ronaldo?)
y le cerraron el camino
y lo molieron a palos
y a su vez la GC provocó al respetable:
se indignaron
+
Y una Surge también si me traen
el ticket o el boleto
del cuádruple concierto
que cincuenta años más tarde
(clavados: bodas de oro: cayó 24 de mayo)
juntó en ese estadio: el coloso
en un horrible sancochado
o chanfaina
o chaufa aeropuerto
cuatro voces de géneros diversos:
El Caballero de la Salsa
La Mujer de Fuego
Carlos Vives
y Efraín Fines
(aka
si no la paran:
Tito El Bambino)
+
Y cantaron estos
y empilaron al gentío
(todos ebrios
eso es fijo)
donde medio siglo antes
terminaron como fiambres
pisoteados y asfixiados
los trescientos pobres diablos
+
[Aunque hubo más fríos
en periódicos envueltos
más muertos off the record
más tamales en el piso:
la cifra no es redonda]
+
Tal como ese trío
de alegres comadres
del panteón de Comas
(y soy elegante:
me ahorro adjetivos)
que llegaron al sepelio
sin ponerse tapabocas
o barbijos o bozales
(en el año del encierro
de pacientes por montones
en cuidados intensivos)
y apenas en el yeso
grabaron el nombre
y apenas el cadáver
se atoró en el nicho
subieron el parlante
con ayuda de unos tipos
(¿los parientes?
¿los amigos?
¿pretendientes?)
y encendieron el equipo
y perrearon de lo lindo
con canciones de Maluma
o capaz de Daddy Yankee
justo encima de la tumba
de la víctima del Thomas
apodada como Bianchi
+
Y ni hablemos de Norka
la vedette o bailarina
(¿bataclana?)
de apellido como vodka
(chambría: tobara)
que bailó a pedido del cojo
(de ambas patas: tuvo polio)
el cojo que a la postre fundara
(¿no es curioso?)
el Partido Socialista
o el futuro PCP
(y de paso la CGTP)
bailó de madrugada en una cripta
(no se pierdan: ella
no él
no podía por la silla
bailó la vedette
él miraba y aplaudía)
bailó en la cripta de Castilla
del Presbítero Maestro
una marcha de Chopin
tocada en un violín
(¿o sería violonchelo?)
pero no llegó al final
no cumplió con el strip
no cayó el último velo
pues un par de enterradores
le avisaron a los polis
y los polis al prefecto
y el prefecto a reporteros
(que datearon luego a Clovis:
los llamó profanadores)
y se fueron esposados
a empellones
arrochados
carepotos
(y muy pronto: más aún: excomulgados)
todo el club
la pandilla
batería
(y la nudista: fugaz acólita)
todo el grupo
los Colónidas
en patuto
a la cómica
+
[Error en la crónica:
no era toda la mancha
faltaba el de Lemos
faltaba el caudillo]
+
Y volviendo a la cancha
la cancha de los muertos
(no la de Chorrillos
no hay que confundirse)
fue la misma fecha
la fecha y la escena
la escena del crimen
sangría
masacre
pero la manada o la gentuza
(el Guindón diría: masas borrachas brutas)
pachangueó sin importarle
ni un comino
ni un pepino
ni un poroto
la cuestión de los trescientos
(o La ópera de Coco)
y ninguno tuvo el gesto
ni uno solo
no hubo nadie
nadie tuvo ni siquiera
la menor delicadeza
de guardar un miserable
minuto de silencio
+
Así como en estos días
nadie parece acordarse
del Gran Almirante
+
Porque antes sí lo hacían
en los coles y oficinas
e inclusive manejando
por decir o qué sé yo
manejando en La Marina
o Aviación
o acaso Larco
Zarumilla
el zanjón
Caquetá
Javier Prado
Colonial
Evitamiento
y frenaban en seco
y apagaban y enganchaban y bajaban
de cualquier cañaveral
donde sea que estuvieran
y bloqueaban el tránsito
y aumentaban los tráficos
(dice así la zapatera
la de Bryce
que también dice alternar)
y esperaba todo el mundo
sin que suene ningún claxon
sin oírse ni un carajo
sin oírse ni una mierda
esperaban un minuto
cada 8 de octubre
a las 9 con 50:
hora en que Grau se despidió de Ferré
y explotó la torre del buque
la torre de mando
y con ella Miguel
reventó a lo Moyano
dejando en el barco
nomás un zapato
zapato con pie
+
Y una Surge le regalo
al que venga con la entrada
numerada
del clásico en Ate
donde Walter Oyarce
blanquiazul
cayó diez metros
o fácil once
o a pique doce
del palco sur
torcido y chueco
sin dar rebote
no por choborra
ni pastelero
más bien por obra
por obra y gracia
de dos canallas
de la otra barra:
uno que responde al alias
Cholo Payet
y otro sujeto
de apellido compuesto
(esto es:
apellidos comunes
que solo se lucen
si el guión los une)
+
Y también una cocina
al que ahora me consiga
cuando menos una champa
del fortín de Odriozola
(y seguimos con la pompa
y otra vez Radio Programas)
donde fueran esparcidas
las cenizas
los restos
huesos
carbones
de Roberto Scarone
subcampeón de la Libertadores
con la de U de JJ
la U del Trucha Rojas
de Cachito Ramírez
de Rubén Techera
de Soria y de Vílchez
del Gato Cuéllar
de Félix Salinas
o Juan Carlos Oblitas
+
Y a pesar de que Roberto
fue técnico de otros clubes
como el Centro Iqueño
o bien el Audax
o incluso Alianza
(entre los cutres)
o Peñarol o San Lorenzo
(entre los grandes)
he aquí que a las finales
en su lecho de muerte
pidió que lo lleven
donde fui feliz
a mi casa
con mi gente

refiriéndose al fortín
de Chacra Colorada
y yo quiero ese pasto
de huesos carbonizados
yo quiero ese pasto gris
quiero la hierba santa

+++



* Fragmento de Una cocina Surge. Crónica rimada de Lima (Lima, Peisa, 2022).



Leonardo Aguirre en OJOXOJO.XYZ

Leonardo Aguirre
[Lima, 1975] Escritor y crítico literario. Estudió Comunicaciones en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado las colecciones de relatos Manual para cazar plumíferos (2005), La musa travestida (2007) y Spunkitsch (2018), y las novelas El Conde de San Germán (2007), Karaoke (2010), Interruptus (2018), Artefacto 27 y Nueve vidas (2021). Es también autor del volumen de no ficción Asociación ilícita (2015). Una cocina Surge. Una crónica narrada de Lima (2022) es un relato en verso sobre los hechos más resaltantes que marcaron el imaginario popular limeño. (Foto: Miguel Mejia Castro)