“Apacheta”, de Lourdes Aparición | José Miguel Herbozo
Hipatia ediciones | Lima | 2021 | 92 pp.

Después de la plaqueta Warmi (2019), Apacheta (Hipatia 2021), primer finalista del premio Poeta Joven del Perú 2020, es el primer poemario de Lourdes Aparición (Apurimac, 1993). Organizado en tres secciones, tituladas “Mujer", “Tierra” y “Altar", compuestas de siete, doce y trece poemas respectivamente, Apacheta ofrece, desde del concepto andino precolombino que lo titula, poesía lírica de oralidad apurimeña, iqueña y limeña, y un asunto testimonial con resonancias nacionales. Por su programa creativo, el poemario de Aparición entrega voces que negocian su carácter andino sur-central con y en contra de las ficciones de la modernidad urbana peruana.

Como ocurre con el término ‘huaca’, con el que sostiene contigüidad en lo sagrado y colectivo, ‘apacheta’ es un concepto de amplia vida en el Perú andino moderno. En un sentido literal, ‘apacheta’ designa la acumulación piramidal de piedras en espacios varios, con funciones rituales y productivas. Al dotar de sentido poético a un antiguo concepto muy presente en el Perú de hoy, los poemas de Aparición reúnen a la vez que anulan las tensiones entre lo cotidiano y lo sobrenatural, lo individual y lo colectivo, y lo doloroso y lo fortalecedor en el espacio del poema.

Los poemas se establecen sobre la enunciación dirigida a una comunidad. Esta operación, que Aparición adopta desde la música popular andina y la literatura de José María Arguedas, Dida Aguirre, Omar Aramayo, Leoncio Bueno, Rosario Castellanos, Shirley Campbell y Alejandro Peralta, entre otros, define poemas como “Como en mil novecientos cincuenta y cinco”, “En todas las tierras”, “Suelo firme” o “Mar abajo”. En ellos, la expresión de situaciones de opresión estructural inicia en la empatía sobre lo sentido, para luego identificar una visión del mundo y unas experiencias compartidas. Así puede advertirse en “Como en mil novecientos cincuenta y cinco”, poema que señala la condición femenina migrante y popular como un problema a resolver atendiendo, en lo privado y lo público, a las fuentes de adversidad experimentadas por las mayores. Ello se vincula con el hecho de que las mujeres oprimidas cumplen a la vez la función de destinatario de los textos y sujeto de la enunciación. Una variante masculina de lo anterior es visible en “Suelo firme”, poema en el que, tras varios cambios de voz, una enunciación infantil masculina recuerda la función histórica y social de la escritura. De este modo, sutiles cambios formales de los textos permiten encontrar belleza y fuerza donde todo parece difícil.

Un enfoque comunitario de lógica andina sur-central invita a la integración de los oprimidos en poemas como “Tengo el orgullo de ser peruano y no soy feliz” o “Chola de mierda”, que poetizan sobre lo opresivo del relato nacional y el lenguaje racista. Ante esos problemas, Aparición propone el desmontaje de la enunciación discriminatoria con el término “chola”, en el que se recuerda su empleo por parte de identidades blancas y ablancadas en función a matices de raza y patrimonio, exponiendo cómo las modernidades periféricas producen discursos occidentalizados de segunda mano para tratar de inferior a quienes ya experimentan una vida dura. El caso de “Tengo el orgullo de ser peruano y no soy feliz” recuerda que la trama liberal de la nación descansa sobre la continuidad de un orden neocolonial, volviendo asunto histórico y poético el desbalance patrimonial y de oportunidades.

Finalmente, hay en Apacheta poemas líricos más tradicionales, como “Río Pampatama”, “Escarabajos” o “Ave de papel”. Ellos tienden a imitar la frase hablada, situando el placer textual entre lo tratado en el nivel sonoro —musical u oral— y lo pertinente a las imágenes. Es apreciable la transferencia de energías, sentido estético y énfasis comunitario que Aparición logra, por ejemplo, en ‘Río Pampatama’: “Eres la melodía afligida / cuando mi padre lo toca / para no extrañar a su familia/ y para sentirte de nuevo / entre su piel de lagarto.”. Además del empleo de la música como conjuro, la apuesta por una prosodia lírica y oral hace olvidar que el pasaje trata al río Pampatama como una huaca, y transfiere una energía de la que él mismo es punto de paso. Al mismo tiempo, ese rio empuja al padre-músico a ejecutar su instrumento en conmemoración de los lazos familiares. En “Ave de papel”, un empleo semejante de los recursos anteriores aparece en el diálogo con un ave de papel de la infancia. Así, el poema extiende su sonoridad nostálgica e imágenes a la energía que anima al ave, refiriendo que el fin de la infancia vuelve a la voz poética fantasma de su pasado por haberse trasladado espacial y temporalmente. En tiempos en que lo andino es apropiado o reducido, postergando su dinamismo y negando su futuridad, debemos recordar que los sujetos, las prácticas y las ideas se transforman justamente porque gozan de buena salud. En tanto drama lírico sobre lo identitario, Apacheta se comprueba poesía moderna por su renuncia al lenguaje utilitario y su diferencia ante escrituras urbanas dominantes en el país. Si bien esto indica una madurez no infrecuente en la poesía peruana, Apacheta destaca por la novedad que supone expresar malestares presentes con belleza y sentido de futuridad.


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José Miguel Herbozo

[Lima, 1984] Autor de los poemarios Catedral (2005), Los ríos en invierno (Premio nacional PUCP de poesía, 2007), El fin de todas las cosas (2014) y Las ilusiones (2019). Ha sido editor de narrativa en Estruendomudo (2004-2009) y de poesía y narrativa en Celacanto (2014-2017). Es bachiller en literatura hispánica por la Pontificia Universidad Católica del Perú y magister y doctor en literatura latinoamericana por la Universidad de Colorado Boulder. Actualmente, escribe el poemario Huamanga y prepara una traducción de la poesía completa de Alberto Caeiro, heterónimo de Fernando Pessoa. Es profesor de literatura en la PUCP y de traducción en la UPC.