“En una traducción se sacrifica todo” | Rosalind Harvey

Reinhard Huaman Mori. ¿Cuánto tiempo llevas como traductora profesional, y en ese tiempo, cuáles crees tú que han sido tus mayores logros?

Rosalind Harvey. Traduzco profesionalmente desde 2011. Aunque no han sido muchos los años en los que la traducción literaria remunerada haya sido mi única fuente de ingresos. Mi mayor logro… tal vez haber inspirado a algunos estudiantes y jóvenes a comenzar o a continuar estudiando traducción. Siempre me ha gustado hablar con estudiantes y con noveles traductores y ver cuánto entusiasmo y creatividad hay ahí afuera a la espera de transformar nuestra profesión.

 

RHM. Si no me equivoco, empezaste traduciendo poesía, aunque ahora eres una destacada traductora de narrativa. ¿Qué motivó ese cambio?

RH. No, en realidad nunca he trabajado con poesía. Tengo una gran admiración por los traductores de poesía y estoy intentando leerla más este año, pero de momento no es algo en lo que todavía me haya atrevido a trabajar. Así que tal vez algún día termine haciendo lo opuesto a tu pregunta: cambiar de prosa a poesía, como resultado de mis propios hábitos de lectura. Si lo hago, entonces será como consecuencia de querer involucrarme más de cerca con textos que hacen cosas más densas, interesantes y divertidas con el lenguaje, en oposición a la trama o al personaje, pero también quizás el deseo de trabajar con textos breves, fáciles de combinar con actividades más sociales e interactivas, como la enseñanza, tutorías y la participación en organizaciones.

 

RHM. Personalmente y debido a tu experiencia, ¿qué factores te llevan a decidirte por traducir un libro o a un autor determinados? ¿Es por elección propia o son más bien las editoriales o los agentes de los escritores quienes contactan contigo?

RH. Todos los libros que he traducido recientemente me han llegado a través del editor, pero me doy cuenta que soy inusualmente afortunada en este sentido, pues muchos traductores pasan largo tiempo presentando proyectos a editores y/o a editoriales, algunos de los cuales tienen luz verde y otros no. Normalmente, una vez que te has consolidado es cuando se te acercan.

 

RHM. Indudablemente, cada autor y cada libro plantean diversos retos para un traductor. De los libros que has traducido, ¿cuál ha sido el que mayores esfuerzos te ha supuesto?

RH. ¡Esa es una pregunta difícil! Down the Rabbit Hole (Fiesta en la madriguera) fue dificultosa porque era mi primer proyecto de traducción. Nunca he estado en México y me sentí mucho como una principiante. Pero conté con el apoyo de un gran editor y trabajar con Juan Pablo Villalobos fue un placer. Así que en ese sentido fue un reto encantador. También he trabajado Here Be Icebergs (Aquí hay icebergs), un libro de una escritora peruana, Katia Adaui, con un lenguaje poético muy alejado del que yo estoy acostumbrada y aquello fue un gran desafío. Ahora estoy trabajando en un libro de Guadalupe Nettel donde el tema (un bebé con discapacidad severa) ya es todo un reto. Por ello creo que los desafíos son distintos en cada libro.

 

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RHM. Cuando te encuentras frente a un texto a traducir, ¿cuál es tu aproximación hacia este? Me refiero a cuáles son los métodos que empleas para volcar de la mejor manera un texto al inglés.

RH. Intento absorber tanto español como me sea posible: siempre pregunto a los hablantes nativos en caso de dudas sobre el sentido y el tono o intento y hago tantos borradores como el tiempo me los permita y también hacer que los últimos borradores sean más para lectura y/o para evaluar la traducción como un texto propio, sin mirar mucho hacia el original español y, a veces, ni eso.

 

RHM. Se pierde mucho en la traducción al inglés de una obra literaria en español? ¿Cuánto se debe sacrificar para que un texto literario pueda ser mejor comprendido y degustado por un lector de habla inglesa, en especial aquellos títulos en donde el léxico, las alocuciones y las frases propias de un habla o país son vitales?

RH. ¡Esta es una gran pregunta! Yo creo, dándote una respuesta lúdica, que se debe sacrificar todo. Quiero decir, que literalmente debes deshacerte de casi todas las palabras y reemplazarlas por otras en otra lengua distinta y cada una de esas palabras tiene sus connotaciones, sus historias, etc. Obviamente, hay connotaciones culturales que se “pierden”, pero un buen traductor es capaz de hacer que ello no ocurra, me parece, o incluso reemplazarlas por otras u otorgarles otro enfoque creativo. Se puede hacer esto también con una nota al pie por parte del traductor, por ejemplo, donde ponga en contexto los aspectos culturales de un texto, o introducir un elemento cultural que esté más relacionado con el país que en ese momento estás traduciendo, si es que es posible (no siempre lo es). O puedes omitirlas y agregar algo más adelante que las sustituya o, incluso, puedes dejarlas y confiar en que tu lector sea suficientemente inteligente y comprometido, que pueda percatarse de ello y que aprenda algo nuevo. No estoy de acuerdo con la idea de que algo sea “intraducible”, porque si lo fuese estaría cuestionando mi trabajo, así como el de mis amigos y colegas.

 

RHM. ¿Cuán grande o pequeño crees que pueda ser el interés del público anglosajón hacia la literatura hispanoamericana contemporánea?

RH. Creo que es más evidente ahora que hace unos diez años o más quizás, pero cualquier interés que el lector en lengua inglesa tiene de cualquier otra literatura foránea se ve obstaculizado por el hecho de que no hay suficiente espacio para otros trabajos que provienen de fuera de su propia esfera. Se publican muy pocos libros traducidos, los que no son ampliamente reseñados (porque, en general, la ficción ya no es reseñada como solía ocurrir), e incluso los que son traducidos compiten por un espacio contra un enorme número de libros en inglés. Pero creo que el interés está allí, es parte de un ecosistema mucho más amplio.

 

RHM. En tanto traductora, profesora de traducción y lectora, ¿cuál crees que es la percepción que tiene el público de habla inglesa sobre la actual literatura en castellano?

RH. Probablemente la percepción no sea tan grande como debería ser. Por ejemplo, existe la idea de que la literatura proveniente de México trata de carteles, drogas, narcos, etc., y por supuesto hay algo de ello, pero no lo es todo. Eso se debe a lo que se traduce y lo que no. Ciertamente podría haber más conciencia sobre el tema, y está aumentando, pero toma tiempo.

 

RHM. Un error común —y que de a poco se está enmendando— es que gran parte de los lectores tiene la idea de que la literatura en español forma una unidad que engloba Latinoamérica y España, principalmente. ¿Distingue el lector común anglosajón (si me permites la expresión) la variedad que supone el español hablado en cada país?

RH. Eso depende de lo que quieras decir con “lector común anglosajón”. No creo que se pueda generalizar sobre los lectores en lengua inglesa, de la misma manera que no se puede generalizar la escritura en español. Pienso, quizás, que un problema específico para los lectores en un contexto anglófono es que tendemos más a ser “monóglotas” que otras comunidades y (al menos en el Reino Unido y en los Estados Unidos) hay una tendencia hacia la idea de una cultura insular. Pero no creo que necesariamente importe si un lector no es consciente de que un libro provenga de Colombia, Perú o Uruguay o si confunda a veces aquellos lugares, en tanto se involucre con el lenguaje y que la lectura del libro contribuya a su concienciación sobre la literatura y/o escritura en general. No creo que los “lectores comunes” se relacionen con la literatura de la misma manera en que sí lo hacen los escritores y los traductores.

 

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RHM. En tu opinión, ¿cuáles crees que son los rasgos que diferencian a los escritores europeos de los latinoamericanos?

RH. Esa es otra pregunta difícil de contestar y no estoy segura si estoy lo suficientemente calificada para ello. He trabajado más con autores latinoamericanos, así que yo supongo que debe de haber algo en la manera de escribir de determinada región que me suene más, pero ello no significa que no haya una escritura realmente interesante que provenga de España. Creo que la pregunta tendría una respuesta diferente dependiendo del período del que hablemos. Hace pocos años se podía decir que los escritores latinoamericanos escribían como si provinieran de una tradición diferente a la española; empero, todo es ahora tan global y compartido que no estoy segura de cuán relevante pueda seguir siendo esto.

 

RHM. Formas parte de asociaciones, redes y comunidades de traductores. ¿Cuáles son las ventajas para los traductores miembros de estas organizaciones?

RH. Las ventajas de ser miembro de la Translators Association y de la Emerging Translators Network es que te sientes parte de una comunidad y, por tanto, con mayor fuerza para hablar y hacerte oír, para optar por mejores condiciones laborales, ayudar y apoyar a otros a hacer lo mismo y, en líneas generales, para ser parte de una conversación sobre dónde y quiénes somos en términos profesionales. Puede ser un trabajo solitario, así que estar conectado y relacionado con otros traductores ayuda a que lo sea menos.

 

RHM. ¿Puede un traductor inglés vivir completamente de su trabajo? Lo pregunto porque en Hispanoamérica la situación es difícil, ahora mucho más en esta época por los problemas sanitarios y los confinamientos en los que el sector editorial se ha visto perjudicado.

RH. Jajaja, la respuesta corta es “no”. La respuesta larga es “sí”, pero solo si lo combinas con otras cosas (edición, enseñanza, traducción comercial, sea esta la que sea), o tal vez si vives en un lugar más asequible que el Reino Unido. Para serte completamente sincera la traducción no es una carrera sostenible, pero puedes conseguirlo si lo ves como algo que haces en paralelo con otras cosas más lucrativas y estables. Pero hasta que no mejoren las tarifas y las condiciones este será el caso.

 


Rosalind Harvey

Rosalind Harvey

Traductora, educadora y mentora, nacida en Bristol. Actualmente reside en Coventry. Fue elegida miembro de la Royal Society of Literature en 2018 y de la Arts Foundation Fellow en 2016. Su traducción de la novela debut de Juan Pablo Villalobos, Down the Rabbit Hole, fue preseleccionada para el premio Guardian First Book de 2011 y para el Premio de Traducción Oxford-Weidenfeld 2012. Asimismo, su traducción de su trabajo I’ll Sell You A Dog, también de Juan Pablo Villalobos, fue seleccionada para el Premio Literario Internacional DUBLIN. Ha trabajado en libros de Guadalupe Nettel, Alberto Barrera Tyszka, Elvira Navarro, Enrique Vila-Matas, Katya Adaui y Héctor Abad Faciolince, entre otros. Es también presidenta y cofundadora de Emerging Translators Network y miembro del comité de la UK Association Translation.

Reinhard Huaman Mori

[Lima, 1979]  Ha publicado los poemarios el Árbol (2007) y fragmentos de Fuego* (2010), así como la plaquette de poesía Ella (12 secuencias) Isabel Archer (2015). Sus poemas sueltos y dispersos aparecidos previamente en revistas, diarios y antologías han sido reunidos y publicados en el volumen titulado E·C·O·S (2019). Fue director de la revista Ginebra Magnolia.

 

Actualmente, es el OJO izquierdo de esta revista.

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