Negra la sangre | Rodrigo Ponce

 

Me tatué las venas del corazón

 

La aguja se corrió lo suficiente como para enterrarse en mi vena principal 

Y hacerme negra la sangre. 

Me sacaron el corazón 

Ahí va el weón sin corazón 

Me dicen en la calle cuando me ven 

Ahí va el weón sin sangre 

Ahí va el chupapenes 

El pirata gay 

El weón de mierda 

El cara de cráter 

El mordisco en la mejilla 

El ladrido de un perro 

-me voy del país!- 

El Margaret Tatcher del Pueblo Seco 

El escupo en el ojo para lubricar las visiones 

El hambre infinita 

El devorador de sombras y de hombres 

Y de hombros y de dientes 

El que ladra con los maxilares abiertos de niños 

El que se inunda de bocas y de gritos y de gestos 

/poeta negro 

SAXOS AGUDOS EN LOS TÍMPANOS! 

Lloro hasta sangrar 

TENGO UNA COMPOSICIÓN DE NINFAS DANZANDO EN LAS CUENCAS TENGO LA IMPRESIÓN EXTÁTICA DE UN AQUELARRE IMPROVISADO UNA HOGUERA Y UN PEDAZO DE CARTÓN Y UNA ANCIANA LLENA DE VIDA Y UN BEBÉ MADURO COMO UN FRUTO JUGOSO 

Tengo a Guayaquil en la sangre 

Y a mi amigo Lucas en un vientre de oro 

Tengo al lector de rodillas 

La intuición de un sueño 

Eso que pasa cuando creemos haberlo vivido y es cierto 

O la imagen de un recuerdo que nunca sucedió 

O la idea de un mito 

La evocación de un poema 

Flores para la reina! 

Me muero! 

Enfisemas y suicidios y muertes lentas como tangos apasionados 

Prosa rabiosa como un perro infecto 

Cachorros de agua 

Un papel mural hecho de espejos para reflejar a cada instante la vida! 

Y tengo la vida pasándome a borbotones como un tren caído de un rascacielos con olor a nube 

Tengo una mujer en Francia que se llama Ivette y hace empanadas de sangre 

Tengo un perro pequeño que se llama Waly y es más feliz que las amapolas 

Tengo una chinche en la espalda con tres divorcios y tengo la impresión de que una vida no es suficiente para tantas muertes 

Me muero! Me muero! Pero como todos 

En silencio y lentamente como un tango maduro 

Como Astor Piazzola asesinando violines 

Con una sutileza de cámara y un rugido de orquesta 

Como un marroquí en un baño público llorando por Tánger y las bugambilias y los gatos con ojeras de niña y la mujer 

Que nunca tuvo pero que perdió 

Tengo a Paul Celan cautivo en una taza de té 

Tengo mucho frío y un cuarto con vistas al subterráneo 

Tengo el sueño de una orgía de compañeras mientras Pasolini duerme borracho bajo un helecho 

Tengo un diario de vida que se llama Juan Nadie y se me confunde con la muerte 

Tengo mañanas más difíciles que el pasado 

Tengo sueño doctor tengo sueños 

Tengo esperanzas 

Terribles como el tatuaje de un cuchillo en las retinas. 

 

 

 

Vomitando en Girona (elementos para un sueño)
 

Soñaste con tu padre, un vagabundo viejo y borracho. 

Tu tío Arsenio se burlaba de él delante de tu familia. 

Yo tenía bruxismo y me despertaste con los dedos metidos dentro de la boca. 

Me preguntaste si estaba bien. 

Yo no entendía nada. 

Unos segundos antes estaba llorando desconsoladamente al lado de mi abuelo 

que era ya casi el cadáver de mi abuelo 

mientras veíamos videos del nacimiento de la hija de mi prima 

Antonia allá en otro país 

proyectada en una pantalla gigante 

y me lamentaba diciéndome por qué 

por qué estoy aquí si ellos están allá 

mi abuelo muriendo en este lugar 

y mi prima haciendo una hija en otro país. 

Pensaba “quiero vivir en Valparaíso 

o en Cartagena” 

pero es que siempre quiero vivir ahí donde no estoy. 

Por eso fue tan confuso despertarme del sueño. 

Luego me gritaste desde la cocina mientras arrastrabas los colgadores llenos de ropa mojada 

y yo no tenía cómo saber que afuera llovía 

solo te miré con una cara de odio tan silenciosa como 

penetrante 

y me fui pensando hija de perra por qué mierda me tengo que levantar así 

mientras me dirigía a comprar una barra de pan y leche 

todavía con lagañas en los ojos 

y en el camino recordé cuando estuve en Girona con Felipe 

apenas vi ese lugar dije yo voy a vivir aquí 

no sé si porque realmente me gustó o porque odiaba Barcelona y cualquier lugar hubiera estado bien 

pero la verdad es que realmente me gustó 

y fuimos al cementerio y les robamos un par de ofrendas a los muertos 

y al día siguiente vomité todo el día 

luego de emborracharnos bajo el puente y tomar agua de río 

con todo el frío y la maldición de los muertos de Girona sobre nuestras cabezas. 

Vomité en el baño de una cafetería hasta que se hizo de noche 

vomité en las hermosas calles de Girona aferrado a sus farolas del siglo XIX 

vomité a los pies de la catedral donde grabaron no sé qué serie y donde Felipe me tomó una foto pálido y ojeroso tirado en las escaleras de mármol 

vomité en las vías del tren 

en el baño del tren 

en el suelo del tren 

“Felipe por favor dime que esto no es sangre —le decía yo—

dime que no estoy sangrando”. 

Tenía que agarrarme el vientre con las dos manos para evitar que mi estómago me saliera por la boca en las arcadas que se hacían cada vez más violentas. 

Finalmente vomité en la sala de espera de un hospital del Raval 

donde Marina tuvo que pelear con la enfermera de turno para que me atendieran 

porque no tenía papeles 

y porque no estaba empadronado en ese barrio. 

Lo logró, no sé cómo pero lo logró 

y vomité en la camilla donde esperaba al doctor 

que me inyectó un líquido más espeso que el agua de río que había tomado la noche anterior. 

Eso es todo. 

Lo demás sin mucha novedad. 

Tú, que tal vas? 

Mándale mis cariños a C. 

 

 

Poemas inéditos.


Rodrigo Ponce

 

 

Rodrigo Ponce 

[Santiago de Chile, Chile, 1994] Ha publicado poemas en la Antología de poetas Latinoamericanos (Editorial Imaginante, Buenos Aires, Argentina), y en diversas revistas como Microbio, 2+, Oropel. También ha publicado poemas en los fanzines y plaquettes colectivos: La mueca de la cara contra el viento, Llaman también al agua simple veneno, Diario de Birra. Desde 2018, vive en Barcelona, donde ha co-dirigido y dictado talleres de poesía. Fue co-fundador del colectivo Antropófagos junto con poetas y artistas de diversas nacionalidades.