«La guerra en curso», de Leonor Silvestri | Natalia Rojas
La Siega editorial | Barcelona | 2021 | 150 pp.

El hacha propicia la hoguera; las horas de frío permiten que el mundo vegetal defina su color. La guerra en curso; me pongo los poemas y vivo en/de otra forma.

 

Quiero decir que estos poemas son herramientas, son lo uno más lo otro. Rompen todo y las partes hacen un abierto y oxigenado, lugar del lenguaje. Una heterotopía, diría el filósofo. No todxs entran. No puedo escribir un texto de este libro; sí un estar, anunciar la fulguración de un tiempo que no es el propio; no obstante, motor. La guerra en curso amplía la malla espacial que nos ata al tedio, llevándonos con la poesía al lugar de la vida, allí donde no nos permiten distinguir colores, miserias y sutilezas. Unx chamán diría: le pone ajenjo para que veamos. Hace hablar a lxs muertxs y a lxs que viven creyendo, les/nos desata hilos. 

 

Silvestri, en sus poemas, lenguejea y enlupa al galgo que corre por el libro, a la urgencia de descreer lo propio y volverlo múltiple, muestra los obstáculos como habitáculos, hace poemas pese al mundo y su mierda. Varios corazones y los ajenos: este libro, un animal que en honestidad ladra la dicha, corre. (El corazón me lo mató, gracias, era de poeta). Denuncia los espacios viciados por los ecos de la institucionalidad cultural. Lo dice y en su vida como intelectual comprometida, lo cumple: ¡un libro imposible de cerrar! Un libro que invita a quienes escribimos a incomodarnos. (Gracias, Leonor, por matar mi <3 de p03t4). Hacer que estos tránsitos, la escritura, la ética y los pies, se ajusten al curso de las aguas, torrencial, como la guerra, los perros, la amistad, soledad, la. Poemas como armas entreveradas con pistilos, ese vegetal que juntó toda información para subsistir sin intervención humana, maleza, nectarios florales ácidos, la nombrarían. Quiero decir que leí un cuerpo que mientras perdía luz, me hacía verlo mejor. Y de pronto ya no hay rémora, entras al texto. 

 

Un viaje, el (auto)espionaje, cuando la poesía es el material de acopio y un modo de análisis. La lontananza y el acercamiento. Entrar y salir del mundo con armas. La literatura como una máquina visual para saber por dónde transitar. La escritura como salto de cuatro patas. Ladrar. La poesía, el híbrido que resurge cada vez que nuestro clima muestra extrañeza. La poesía y la guerra: indivisibles. 

 

Las otras dimensiones en La guerra en curso: la alegría es el campo de batalla, todo sucede sobre ella. Sobrevolando el campo, la mirada de un ave, hoy y hace siglos la alegría son los triángulos que se dejan ver entre las sombras. Seguimos en mirada de ave. Lo demás se mueve y obstaculiza que aparezcan los triángulos. La poesía, descifra esa disposición geométrica: la mirada de ave, es ritmo, son estos poemas. Leonor Silvestri, en un gesto nos entrega la información rítmica de una observación de pájaro/voz. Esa figura, que poemas y gestos en la intelectual, son actos que se entrecruzan. 

 

Los actos: muchxs la admiramos, conocemos y seguimos a través de la virtualidad: ese espacio/geometría en donde aún cabemos quienes no estamos en la geografía física de las institucionalidades ni de las grandes ubicaciones: internet se vuelve un valle; una noche para la secta de lxs locxs; un lugar otro para reubicar los cuerpos. Es aquí donde Silvestri, desmesurada por la urgencia, nos muestra sus gatos, filosofía y mate, la otra cara de estos poemas inevitables, nidos que suenan, todo eso que se debe volver a plantar, caminando. Vamos. Este libro no se cierra. 

 


Natalia Rojas

Natalia Rojas 

[Melipilla, Chile, 1983] teje-planta y escribe. Publicó Pedernal en coedición Chile-Argentina por Cuadro de tiza y VOX Ediciones y Cardador (Aparte, 2019). Sus poemas aparecen en diversas revistas virtuales, fanzines y en antologías como Entrada en materia: 17 poetas jóvenes chilenos (Altazor, 2014), Del caos a la intensidad: vigencia del poema en prosa en Sudamérica (Hijos de la lluvia, 2016), Cigar City Poetry Journal (English Poetry Editor, 2019).