«Antes de la pandemia, ya vivíamos una realidad distópica, con necesidades urgentes» | Viktor Gómez “Valentinos”

Reinhard Huaman Mori] Eres poeta, ejerces la crítica literaria, eres editor, así como gestor y promotor cultural. ¿Cómo conjugas estas facetas en tu día a día?
[Víktor Gómez]
En los últimos lustros mi atención se ha ido centrando desde la cultura del libro en “las palabras”. Anteriormente vivía dividido entre la cultura del dinero y la cultura humanista, con fuerte vinculación al pensamiento judeo-cristiano. Pero en el 2004 se intensificó una indagación personal y una transformación profunda, un cambio de paradigma (personal) que fue modelando mis identificaciones hacia otras maneras de ver, mirar, interpretar y actuar. La poesía, sus prácticas heterodoxas, me revolucionaron la mente, así como textos críticos en torno a la historia, la filosofía, la literatura o “lo político”. La poesía como otro modo de pensar lo problemático y conflictivo a nivel persona-comunidad, comunidad-país, país-mundo, me mostró una estrecha relación entre los poetas y sus lecturas de autores que ejercían la critica social, política o filosófica. Así que pasé de ser un lector voraz de poesía a ser un lector voraz de escritura creativa, y ahí entraba la escritura ensayística, ciertas novelas, biografías o teorías críticas. Mis primeros poemas, del 2005 al 2010 se materializaron desde una constelación de vivencias personales fuertes en lo laboral y social, sumado a lecturas abisales, y fruto también de encuentros y charlas con poetas o escritores con una obra y personalidad singulares en lo insurrecto, en lo escéptico o espiritual. De una manera holística me iba constituyendo en una persona y sus vínculos y obsesiones. La salud se vio afectada entre el 2009 y 2011, y aceleró este cambio personal, priorizando la cultura de “la palabra dada” por voces desobedientes y en resistencia al sistema-mundo que endiosa al dinero y el poder. Mi tiempo, cada vez más, se fue ocupando en leer, escribir, propiciar encuentros en Valencia de autores que me parecían fecundos y solventes, y busqué la manera de ver publicados libros que contribuyeran a exponer las diversas propuestas de personas extra lúcidas, en mi opinión, y que en una industria del libro considerado mercancía, tenían mayores dificultades en publicar. Alguna pequeña editorial me permitió coordinar colecciones de poesía y ensayo, y así completé el círculo, los circuitos interrelacionados de la vida, la escritura y la acción sociocultural son una sola realidad, dinámica, imprevisible, y que igual que te aporta mucha luz, arrastra sombra, errores y ruido. Es a veces agotador tratar de mantener una agenda interesante de publicaciones y lecturas de autores valiosos, en cuanto a que aportan “verdad” y una praxis honesta de la escritura, no como evasión si no como confrontación, indagación y cuestionamiento de nuestros modelos de vida colectiva o personal, que a la postre es la poesía o escritura creativa que me interpela y mantiene en este antioficio. Desdeño las protoescrituras que sin unos mínimos de calidad técnica, y con un exceso de impostura, egocentricidad, oportunismo, banalidad, estulticia, tanto juego dan a las grandes editoriales y la cultura light. Como dijera José Luis Pardo, “nunca la basura fue tan hermosa”. Diría nombres, pero ya los tenéis a disposición en los escaparates del Corte Inglés, La Fnac, y otras cadenas al servicio de las falacias estetizadas.

 

[RHM] Pese a las restricciones y al confinamiento al que hemos sido y, de alguna manera bizarra, seguimos sometidos, ¿cómo y cuánto ha afectado la pandemia al sector cultural, en particular al literario?
[VG]
Creo que es pronto para saberlo. En lo inmediato, la cultura masiva, la que se gestiona vía Amazon o redes sociales ha salido beneficiada durante 2020-2021. Existe el peligro de que se reduzca el contacto interpersonal físico, que incluye la palabra, en una librería de barrio, en un café cultural, en una sala de teatro, en una plaza pública, en una tertulia o taller literario. Ya existía ese peligro desde hace décadas, pero el COVID ha facilitado un marco para acelerar el intento de digitalizar la vida con criterios estrictamente economicistas y con una ideología neoliberal que insiste en desvincular a las personas, exaltando la individualidad, el aislamiento, la egocentricidad, la falta de piel y tacto, de empatía y (com)pasión.
Por otro lado, antes de la pandemia, ya vivíamos una realidad distópica, con necesidades urgentes que en el caso específico y quizás menor de lo literario pasa por recuperar unos mínimos de capacidad de lectura seria, profunda, inteligente, deliberativa. Las publicaciones más valiosas a nivel social, educativo o que ayuden a formarse a las personas tenían dificultades de difusión y visibilización, y las líneas editoriales que trabajaban en esa dirección las pasaban canutas. ¿Cómo fue que perdimos las fecundas y solventes colecciones de poesía DVD o Ave del paraíso? La actual situación podría acabar de rematar algunos de estos proyectos, pero no nos engañemos, no es el tema del COVID, en mi opinión el tema viene de atrás, y es muy grave: a los modelos políticos actuales, tanto chinos, como estadounidenses, o rusos, europeos, a las multinacionales, lo realmente democrático o cívico-pacífico-justo, les va sobrando, les sobra también una sociedad con un buen nivel cultural y educativo (ambas cosas van parejas) y harán lo posible por reducir y eliminar el espíritu crítico y los valores ligados a la honestidad, la compasión, la ecuanimidad y la creatividad al servicio del bien común. Así que, resumo: la pandemia está siendo utilizada para acelerar procesos de control y deshumanización, desmantelar derechos humanos, entre los que se encuentran el derecho a una educación digna y de calidad, fin último de la cultura del libro que nos interesa potenciar, revitalizar, compartir. El mal es el propio sistema-mundo en el que apareció el Covid19 y sucedáneos.

 

[RHM] Tu labor y compromiso cívico te llevan más allá del circuito cultural. Eres también voluntario en el Casal de la Pau y en València es refugi, ayudando a la reinserción de personas con historial penitenciario. ¿Podrías comentarnos con más detalle esta encomiable labor que realizas?
[VG]
En realidad, lo que yo hice era poca cosa, y desde el 2020 menos. Yo he tenido el privilegio de colaborar, ser voluntario de organizaciones tan necesarias y con gente tan valiosa como El Casal de la Pau, donde se atiende a personas con historial penitenciario que no tengan recursos económicos ni familiares. Allí, durante años aprendí a escuchar, a acompañar, a reevaluar lo que es un ser humano y lo que es la vida, desde “su” perspectiva y total desamparo, escasez, soledad. No da este medio para exponer de manera comprensible lo que se aprehende en el día a día con ellxs. Un amigo, Miguel, con el que visitaba en Picassent a usuarios del Casal, me dijo algo, que de alguna manera sintetiza mi experiencia en el Casal: “Si quieres saber qué es un ser humano, acá podrás verlo, en cada una de las personas privadas de libertad, y sin ningún medio, el hombre o la mujer, desnudados de toda posesión y privilegio, el ser desnudo.” Mi paso por El Casal me mostró de manera vivencial y directa la estrecha relación entre “las penas del mundo y el mundo de las penas”. Me siento muy deudor del Casal, si bien llevo 5 años en los que no he podido mantener la actividad. Por otro lado, València es Refugi, con Ana Isabel, Belén, José y Cía., era y es un grupo de amigas/os con voluntad fuerte y coraje en la defensa de los derechos humanos, muy centrados en las personas migrantes sin recursos, que me mostró la cara desconocida de las personas que huyendo de la guerra, la tortura, la esclavitud o la muerte, cruzan medio mundo, para tratar de sobrevivir a las más crueles miserias, y sólo por eso son tratadas con desprecio, miedo, o ignoradas. La pandemia, con sus protocolos ha dificultado mucho el acompañamiento en los procesos de inserción social, pero somos conscientes que es un problema que persistirá y en el que seguimos y seguiremos trabajando para desmontar tantos bulos y falsedades volcadas sobre nuestros “compañeros, vecinos, en el mundo” que sólo aspiran a una vida digna y una convivencia saludable. Como ves, ya sea vía la palabra o la acción, lo que guía a todo es buscar la manera de instaurar la vida buena para los diversos colectivos que conviven. Es un fluir bidireccional, de la acción de la poesía a la poesía de la acciona y viceversa. En éste año tengo una invitación para ir a Angola 15 días, a conocer un proyecto que lleva 30 años en marcha, en el que conviven activistas y religiosos de diversas confesionalidades en una ciudad muy empobrecida. Luis Brevis, que fue para 3 años lleva más de 5 lustros dándolo todo. El ir allí no es para ser un salvador de nadie, es más bien para aprender a ser humano, para que me salven ellos a mí, para confluir, para hacer praxis de un sentimiento holístico de la existencia, para bajarme los humos como hombre blanco, occidental, del mal llamado primer mundo, que tendríamos que llamar, menos eufemísticamente, mundo vampírico, ya que les sacamos hasta la sangre y los tuétanos a los países más ricos en materias primas y recursos, dejando a sus poblaciones en estructuras de servidumbre, pobreza extrema y régimen de violencia sistémica.

 

[RHM] El compromiso con el prójimo, el deseo de estrechar lazos y tender puentes, la lucha constante por los derechos y la igualdad se reflejan muy bien en tu poesía. Pienso en Pobreza o en Sobrante, entre otros. En tu opinión, ¿dónde crees que está el límite entre denuncia social en verso y la poesía? ¿Cómo evitas que tu poesía no traspase este fina línea?
[VG]
¿Por qué habría de saber el poeta dónde están esos límites, previamente? Quizás sea un proceso, desde la vida como intemperie y la escritura como aprendizaje, escucha y creación, lo que vaya enseñándome posibles vías, trochas, prácticas poéticas, a veces más viscerales, otras más abstractas, más concretas y claras, más difusas y hermenéuticas… la vida no es previsible, ¿lo debe ser la poesía? Ahora, y al decir ahora hablo de esos 15 años de escritura creativa desde una conciencia crítica, ahora, pues, he de estar muy atento a lo que percibo, intuyo, leo, escucho, toco, y desde ahí, escribir, escribir sin miedo, decir “verdad”, con minúsculas y con prudencia, con humildad, lo que a su vez exige no permitirse imposturas, hipocresías, banalidades… escribir como tentativa de sincera disposición a escuchar y a hablar, “habla tú también, pero sé el último en hablar” nos recordaba Celan. Otra cosa es lo que entendemos por “denuncia social” en poesía. En mi caso, siempre que se haga bien, admito las dos posibilidades, la llamada poesía panfletaria, tipo Riechmann o Parra, o la poesía que trabaja el lenguaje, las formas, el cómo de unas sintaxis y gramáticas creativas que cuestionan el lenguaje domesticado y convencional, lleno de prejuicios, estereotipos, tics racistas o sexistas, clasistas, etc.,., como sería el caso de Esther Ramón o Blanca Varela. En mi caso mi nomadeo fue desde la poesía panfletaria trasladándose a territorios más conceptuales, simbólicos, herméticos, experimentales, para llegar a “sobrante” donde el “yo” poético es testigo de la disolución y desaparición del sujeto así como del “mundo” del mismo, crisis, destrucción y desierto que devienen de unas malas praxis, sumadas a errores, a título individual y colectivo que tienen que ver con una ausencia, negación o rotura de “la salud de los vínculos”. Mi denuncia o mi poesía son mi manera de respirar y sobrevivir en un “tiempo de gran orfandad”. Ya sea poesía panfletaria o poesía conceptual (perdón por las etiquetas, que tanto nos sobran), del silencio o cantarina, en cualquier caso, si lo haces, hazlo bien. Y cuando está bien escrito, da igual la antipoesía que los meteoritos, la poesía vertical que los tankas, leer a Lispector o a Gloria Fuertes. Yo sólo aspiro a escribir una poesía menor que se deje leer, respirar, problemarizar, acoger y soltar.

 

[RHM] Tu escritura se rebela contra las formas, contra la normativa (sea esta lingüística, sintáctica, política). Hay un potente impulso que te lleva a buscar la libertad más allá del lenguaje, creando, incluso, neologismos. De hecho, sé que estás preparando actualmente un diccionario de neologismos. ¿A qué responde ese impuso?
[VG] En el principio está el sentimiento de orfandad, del que deriva con suma naturalidad un sentimiento de extrañeza, así como una sospecha hacia lo instaurado por la norma productora de tanta desigualdad social y agresión a los ecosistemas. En el origen está el daño de los vínculos, vínculos que forman familia, en el sentido afectivo extenso, entre el que habla y los otros, el que viaje y los nativos que lo reciben, entre el poeta y la masa lectora adoctrinada en las convenciones simplistas, mercantilizadas o ideologizadas con tintes excluyentes, discriminatorios y de orden social vertical y dogmático. “La sangre te hace pariente, la lealtad familia”, esa pintada en una pared es un mantra que me repito constantemente. Y más allá de eso, el lenguaje intensificado que llamamos poesía, desde su amplia diversidad de voces me ha ido mostrando el gran valor de las palabras otras, las expresiones nuevas o diferenciadas, el mirar inesperado de otras poéticas que ensanchan, profundizan, desocultan o crean “mundo”. Hace un par de meses caí en la cuenta de que esas palabras o expresiones, esos palabros o neologismos, podrían reunirse en un diccionario que nos mostrase un “mapa del presente” poético, sociocultural, incluso político, con matices y sutilezas que sacaran a la luz unas inquietudes, vivencias o deseos o búsquedas acordes a nuestra sed de lo real, de lo imposible necesario. La idea me vino releyendo morosa y agradecidamente el libro DICCIONARIA una, maravilloso proyecto de las compañeras de la Asociación Genealogías editado por Tigres de papel, los magníficos Paco y Miriam. Así que invite a varios poetas y escritores a participar en ese mapeo coral del “ahora” de la escritura crítica, estética, vital en lengua española-castellana. El requisito es que su “palabra otra”, neologismo, expresión inventada, haya sido utilizada ya en poemas o textos publicados o inéditos, pero en cualquier caso, que sean significantes vivos y en relación lingüística activa en su escritura. Creo que el “diccionario de palabras otras” va a reunir imágenes y conceptos, significantes, signos y señales para mejor situarse en el ahora con vistas a lo que está por venir, un tiempo conflictivo, de transición y cambio de paradigma, de grandes riesgos y grandes oportunidades, que de alguna manera la sensibilidad e inteligencia poética coral va detectando, advirtiendo y anticipando. Creo en la superioridad de la inteligencia humana (e interespecies) conectada como superior a la IA. Me parece que leyendo a poetas de diversas latitudes, registros y edades conectamos con algo muy potente, cívica y humanamente insustituible, un pensamiento de lo común desde las singularidades y diferencias, una inteligencia conectada, la salud de los vínculos, que es también renovadora de las sintaxis y gramáticas creativas.

 

[RHM] Tu obra poética, crítica y editorial te lleva a entablar una serie de diálogos con otros autores, pintores, con toda clase de creadores. ¿Cuán vital y orgánico es para ti conversar, pero sobre todo, saber escuchar?
[VG]
Es mi asignatura pendiente, saber escuchar, saber preguntar, conversar en lo profundo, atender en lo radical que ofrece cada artista, escritor, filósofo o científico. Los nutrientes espirituales e intelectuales que me aportan estas personas son para mí agua y luz sin los cuales mi vida se empobrecería a niveles bochornosos, inconsolables. Son las identificaciones más que la identidad, los flujos más que lo rocoso, la hospitalidad más que la posesión, lo que me dice quién estoy siendo ahora, qué puedo entender, hacer, dar o recibir. Me interesan mucho los artistas plásticos y he interactuado con algunos como Nathalie Bellón, Enrique Cabezón o Gema Asensi, con los músicos aún no he conseguido interactuar, y son también un saber capital, como la danza, lo perfomático, son vehículos insustituibles, así como otras artes, la cocina, en la que recién empecé a interesarme, porque mi pareja me ha mostrado cierta magia (alquímica y sapiencial) que relaciona, amor, respeto, creatividad, goce y salud con el saber alimentarse y alimentar a otros. Las diversas artes, visuales, sonoras, escriturales, alquímicas, hacen frontera amistosa unas con otras, mostrando que cuando se interrelacionan permiten al ser “ser para la claridad”, lo cual no quiere decir otra cosa que ser para saber ser, y saber ser es saber mirar, con todos los sentidos y agudezas del cuerpo, un cuerpo que es físico, mental y espiritual, para mí. Digamos que cada arte es un mapa distinto que trata de dar cuenta de lo real, que es universal y único, de tan vasto, inextricable para la conciencia humana, insignificante ante su inmensidad y complejidad. Quizás la unión de todas las artes y ciencias humanas, la conexión de todos los seres humanos que las practican en una conciencia interconectada pudieran dar cuenta de lo real, entre tanto andamos entendiendo todo a medias, o tercios, vamos tanteando, captando fragmentariamente, con una sed infinita de totalidad, pero con unas herramientas de tan humildes, casi irrisorias. Cuantos más artistas o artes conoces, más ciencias o científicos, más te das cuenta de lo poco que sabemos, y de lo vulnerables que somos, a la vez de peligrosos, en nuestra ignorancia. Es fácil saber asentir, pero ¿sabemos disentir? Del disenso nace la más valiosa de las comunidades de pensamiento, arte y vida. Mayte insiste mucho en que hay que saber escuchar y no temer miedo a disentir. Mayte es a veces, la voz de Gaia.

 

libros vik

[RHM] ¿Opinas que la sociedad actual privilegia o, mejor, antepone al poeta antes que a la propia poesía? ¿Hasta dónde el hedonismo y el ego atentan contra la poesía?
[VG] Uno se ve obligado a pensar esto que planteas, en primer lugar, en su actitud, en su quehacer diario, evaluando las presiones sociales, las debilidades propias así como la capacidad de resistencia a esa tendencia a enaltecer el ego, el poder, frente al cuidado de sí y de los otros, desde el impoder y la salud de los vínculos. Lo que opino es lo que hago, cómo lo hago, y no es en exceso modélico. “¿Por qué no hago el bien que deseo y hago el mal que no quiero?”. Se preguntaban ya los romanos en la antigüedad. Si soy capaz de pensar que el hedonismo y la egocentricidad no son buenas, ¿qué voy a hacer yo, día a día, en lo cotidiano como en lo extraordinario? El cinismo ha calado tan hondo que somos capaces de vivir con ciertas bipolaridades, en lo económico, por ejemplo, le damos un valor al dinero en las praxis diarias que no corresponde a nuestro discurso en charlas, o a los textos que escribimos. Ídem pasa con la gestión del eros, la cosificación del objeto de deseo o amor; o con la hospitalidad hacia los migrantes empobrecidos que llegan a nuestra ciudad; o con la escritura crítica, ya no la que se impulsa directamente desde la lógica hedonista, autorreferencial y excluyente del otro. Sin duda hay algunos poetas no narcisistas, no cínicos, no bipolares, pero hasta dónde yo conozco son los menos. Se me ocurre citar a algunos que para mí son el tejido real de la historia, por sus buenas praxis poéticas, sostienen un complejo y heterodoxo ecosistema en el que el “bios” que es lo poético se sostiene y retroalimenta, como Isel Rivero, Ada Salas, Julio Mas Alcaraz, Laura Giordani, Ana Gorría, Ricardo Pochtar, Julieta Valero, Olga Muñoz, Arturo Borra, Antonio Méndez Rubio, Yaiza Martínez, Juan Hermoso, Luz Pichel, Rodolfo Häsler, Marta Agudo, Jesús Aguado, Concha García, David Eloy Rodríguez, Carmen Camacho, José Mª Gómez Valero, Sonia Bueno, Lola Andrés, Chus Pato, Enrique Cabezón, Lola Nieto, Begoña Callejón, Julio Obeso, Mónica Francés, Joan De la Vega, Chantal Maillard, José Luis Gómez, Ruth LLana, Lorena Esmorís, Carlos Vitale, Benito del Pliego, Carmen Beltrán, Daniel Bellón, María Ángeles López Pérez, Carmen Crespo, Oscar Curieses, Esmeralda Berbel, Rafael Saravia, y otros 30 más que no nombro, por no extenderme. ¿Por qué nombrar, reconocer, a 40 nominados más una treintena anónimamente? porque de esos no menos de 70 poetas y sus buenas praxis, que dan vida, vigor, continuidad y esperanza a la palabra poética, y su vínculo con la sociedad, puede que en 50 años solo se recuerde a uno o dos autores, pero para que esos lleguen, ha hecho falta la existencia y viveza de no menos de 70 voces audaces y descentradas. 70 de más de 2000 poetas que habrá ahora en España publicando en redes sociales y libros, revistas, fanzines, paredes, no es mucho, no sería lo que diríamos lo representativo, pero será lo que permita el milagro pagano de la inmortalidad de la esperanza, de la palabra poética, de las palabras de honor. Ojo, en los países latinoamericanos hay todavía un número mayor de poetas singulares que los que residen en España. Desde Soledad Fariña o Eduardo Milán, Ambar Past, Raúl Zurita, Ida Vitale, Reynaldo Jiménez, Roy Santiváñez, Magdalena Chocano, Juan Gelman, Rosario Castellanos, Martín Gambarotta, hasta Cecilia Vicuña, María Negroni, Alejandro Tarrab o Daniela Camacho, pasando por Fabio Morabito, Silvia Guerra, Rocío Cerón, Pedro Montealegre, Mercedes Roffe, Tania Favela, Carmen Berenguer. Son allí muchas las líneas de fuego, tradiciones y vanguardias, como para abordarlas ahora.
Volviendo a éste más pequeño terruño, matria en la península ibérica e islas, entiendo, a estas alturas, que la comunidad de poetas o artistas no vive al margen de la sociedad, está inmersa en ella, y en su tiempo y paradigma, con lo bueno y lo malo, las obviedades y las rarezas (que siempre son muy pocas) y un nutrido elenco de profesionales y ociosos del sector, que llevan en sus entrañas y en su mentalidad la impregnación del sentir hedonista y egocéntrico que impera hoy. Pienso, con todo, que cada “rara avis” entre mil poetas, al igual que en otros tiempos, porta esa luminaria extraordinaria e irreconocible, originaria, que permite que la poesía no desaparezca, que el arte evolucione, se transforme, y siga abriendo pequeñas grietas en el espesor del presente, por las que respirar o poder ver “lo suficiente”. Ah, no nombré a algunos poetas que ya considero que han pasado la duda de la supervivencia de su obra, como Antonio Gamoneda u Olvido García Valdés, justo por eso, si bien cabe una pequeña posibilidad de que incluso alguno de ellos en 50 años sea olvidado. ¿Qué se recordará? Va a depender no sólo de la calidad de la obra, sino de la calidad de la sociedad a futuro, de su prioridad ética, cívica, vincular. A más ego, menos poesía, más banalidad.

 

[RHM] En tanto poeta y editor, ¿qué tipo de poesía es la que despierta tu interés, la que te quita el aliento?
[VG]
En la respuesta anterior sugerí la existencia de esos “rara avis”, esas escrituras raras, al margen de tendencias y de tribus, voces que no exaltan ombligos sino cordones umbilicales, lo que es para la humanidad, para la ciudadanía, para los pueblos, cordón umbilical, conexión que hermana las heterodoxias y diversidad, que acompañan a un convivir creando vida buena. Es poesía que emana desde la pasión amorosa por lo colectivo y lo personal, lo íntimo y lo público, lo justo y lo heterogéneo, poesía de la conciencia, cuando conciencia es, por un lado, con ciencia, por otro el máximo respeto, cuidado, gratitud a la vida de los otros, a la vida planetaria, como a la vida de mis vecinos, mi familia, o un extraño que llama a la puerta de nuestra casa. El lenguaje intensificado desde el que escriben estos poetas es un lenguaje a su vez amado, cuidado, trabajado con paciencia, con esmero, delicadeza, en pro de un decir lo más preciso y a su vez menos dogmático posible, precisión y misterio, belleza expresiva y ritmo, sin impostura, artificio, sin tratar de seducir, de vender ni venderse. Lo contrario al ejercicio de lo lírico es lo propagandístico o publicitario, pues aunque compartan técnicas retóricas del lenguaje tienen muy contrarias finalidades e intenciones. La poesía, de bien variados registros, respira, emociona, comparte, testimonia, pero no engatusa, no tergiversa, manipula, no tiene vocación publicitaria, son poéticas desde la intemperie que de alguna manera me revelan aspectos de la existencia, la vida, el sufrimiento, las pasiones y los conflictos que entiendo como verdades, que entiendo poética, intuitiva o estéticamente, por percepción, sensibilidad, intelecto y vibración íntima como verdades para todos, lo cual me incluye. ¿Qué verdades? Las que se observan de las acciones humanas más dispares, en lo íntimo y en lo público. Es fácil, si pongo un ejemplo, cuando leo a Francisco Pino, Gloria Fuertes, César Vallejo, Emily Dickinson, Federico G. Lorca, Alejandra Pizarnik, Roque Daltón, Teresa de Ávila, Sor Juana Inés De la Cruz, el cómo se convierte en el qué, un qué que me pellizca la piel, a la altura de las sienes, del pecho, del vientre, los muslos. Eso es lo que me interesa, pues ese pellizco me hace saltar de la silla, de la sedación, de la neutralidad o del error. Me hace “caer” en la cuenta de lo que estaba oculto y ha sido desocultado, expuesto. El cómo lo gestione a partir de ahí, el cómo complete con mi lectura el poema, ya es otro cantar. No puedo dejar de citar a Celan, Safo, Holan, Catulo, Jabés, Varela, otra vez Dickinson, como un diálogo-lectura que me acompaña siempre.

 

[RHM] Has estado involucrado y colaborado con diversas editoriales, como Baile de Sol, Amargord, EOLAS Ediciones y ahora llevas la colección Libros de la hospitalidad en OLÉ Libros. ¿Cuáles son tus motivaciones como editor de poesía?
[VG] Por un lado, a todas las colecciones les une un deseo de indagar y rescatar voces poéticas valiosas, “rara avis” si se me permite reincidir en la idea. Valiosas en cuanto a que sean voces poéticas que se arriesgan en lo formal y en lo político. Y entiendo por político lo que atañe a la manera de vivir y convivir, de ser ético, cívico, fraterno, bien educado en las artes de la amistad y el amor. Un buen ejemplo serían Rodolfo Häsler, Sonia Bueno, Helios F. Garcés, Viviana Paletta. Por otro, he ido buscando donde poder avanzar con autonomía, arriesgando yo por esos catálogos heterodoxos y no comerciales. Esto último ha puesto en algunas ocasiones a los editores ante el dilema de publicar lo impublicable, y casi siempre hemos conseguido publicar, aunque no siempre alcanzar a los suficientes lectores para estar satisfecho. Algo de derrota se juega con este criterio, derrota en el corto plazo, sí, pero ni doma, ni renuncia a la praxis heterotópica de las escrituras creativas más en resistencia y en la lid por decir lo que haya que decir, sin pleitesías y servidumbres voluntarias a la mercantilización de la vida y las costumbres. Y en todas las colecciones he intercalado autores desconocidos o noveles como otros más conocidos, pues lo que en realidad importa para un catálogo es la calidad de los textos, la solvencia de las obras, que se desconoce a priori, por muy consagrado que sea un autor, y que el paso del tiempo ira revelando, en el mejor de los casos.

 

[RHM] ¿En qué se asemejan y diferencias tus colecciones de poesía?
[VG]
La diferencia es el paso del tiempo, mis preferencias han ido matizándose, ampliando o modificando sutilmente. Por otro lado, en algunas colecciones me acompañó el sabio Javi Gil, y eso se nota, pues su criterio para mí es inmejorable. En otra colección formamos un consejo de siete poetas, lo cual marcó una línea editorial peculiar. Ahora, en “Libros de la hospitalidad” como en Eolas Ed., estoy asumiendo yo solo las decisiones. Pero reconozco que sigo deudor de amigos poetas, Javi Gil, Yaiza Martínez, Arturo Borra, Olga Muñoz, Lola Andrés, Juan Hermoso, Benito del Pliego, Esther Ramón, Jenaro Talens, Julio Obeso o Ricardo Pochtar, a la hora de descubrir libros o autores. Se asemejan en la parte de pro-puesta heterodoxa y heterotópica , que diría Víctor Silva Echeto, se diferencian en el formato y estética que pude desarrollar dentro de cada editorial.

 

[RHM] ¿Cumple para ti la poesía alguna utilidad, le ves un sentido no solo a escribir sino también a editar poesía?
[VG] Tal y como yo soy, vivo la poesía, soy desde un devenir/poesía, así que preguntar por su utilidad es preguntar por la utilidad de estar vivo, y cómo gestionas tu vida, hacia quiénes, qué priorizas, qué descartas, cómo amas, cómo aprendes, cómo envejeces, cómo rejuveneces, cómo pierdes, cómo creas, cómo comes, cómo sueñas, cómo ríes, cómo compartes, cómo juegas, cómo eres en el intercambio de dones, cómo lees, cómo luchas, como desapareces, con quién eres tú, tú mismo, salud o perjuicio de los vínculos que te constituyen. La poesía, para mí, es la antítesis del egocentrismo, el cinismo del poder y la hipocresía de los que nadan en la sobreabundancia. No es mercancía, dogma, seducción, adorno. Sólo tiene sentido preguntar por su utilidad cuando se ve como algo ajeno a uno mismo. Y si preguntáramos cuál es la utilidad del ser, del sí mismo que está ahora conversando con vosotros, ¿qué pensáis? ¿Qué utilidad tienen mi vida, tu vida, [una] vida que es en poesía? La pregunta en sí me parece errónea, la vida no es útil o inútil, en tanto que es vida, y que es vida humana, es sagrada. Como lo son la hierba, los pájaros, el sol que gira dentro de la galaxia, o los microorganismos que recorren mi cuerpo. Para que no parezca que esquivo la pregunta, diré utilidades en mi vida de la experiencia de lectura de poesía: Respirar, expirar, transformar… Redefinir límites, reconocer a un otro y reconocerme como un ser en constante aprendizaje del sí mismo, del mundo, gozar saludablemente liberando endorfinas, conectar con el corazón compasivo, la mente deliberativa, el cuerpo sensible, sensual, educar la conciencia, hermanar pensamiento y emoción, intensificar el potencial creativo, sensibilizar y dignificar la capacidad de imaginar, desocultar la verdad de las cosas y los seres, aprender a desaprender, aprender a leer, observar, matizar, visionar otros modos de vivir ahora, de proyectar a futuro, amar la diversidad, amar la libertad, amar la generosidad, amar al extranjero, odiar el odio, la discriminación, la tortura, el encarcelamiento y la persecución de los más débiles, educar los sentidos, desmitificar a los dioses, mitificar la vida digna, la vida colectiva, plural, armoniosa, a disentir, a converger… en síntesis: la poesía nos enseña a profundizar en el uso y comprensión del lenguaje y desde ahí a saber atender, observar y discernir: a ser un mejor “tú”, en el mejor de los casos. Si lo haces jugando, como propone a veces Raúl Vacas, o Jesús Ge, recuperando otras lenguas, como hacen Luz Pichel, Chus Pato, o yendo más lejos del sentido y significado, como hace Bartolomé Ferrando, si buscar la raíz de la libertad y la ética cívica, como proponen Arturo Borra o Antonio Méndez Rubio, la crítica política y social con Jorge Riechmann o Martha Asunción, o la exploración espiritual con Alda Merini, o Rafael Cadenas, la conexión con la naturaleza, vía Laura Giordani, indagar en los feminismos, con Concha García, Sara Torres o Noni Benegas, si pretendes atravesar la potencia irredenta de la palabra, a través de Gamoneda o María Auxiliadora Álvarez, si atiendes a la música de sentido con José Mª Gómez Valero y David Eloy Rodríguez, o conectas con lo gitano universal y local, con Joaquín López Bustamante, o si te dejas llevar por la sensible lucidez y conciencia del dolor, con Marta Agudo u Olga Muñoz Carrasco, si te adentras en la metapoesía con Marcos Canteli o en la intensidad del lenguaje con Ada Salas, para desordenar pasaremos por Tomás Sánchez Santiago, indignarse con Giovanni Collazos o Juana Castro… hay tantas utilidades en lo inusual e irreducible de las praxis poética, tantas como vidas y empeños. El inolvidable Aníbal Núñez cierre esta generosa entrevista con versos del poema Mecánica de vuelo: “Perfeccione lo inútil a lo inútil. No haya edén.”

 


viktor gómez

Víktor Gómez “Valentinos”
[Madrid, 1967] Reside en Paterna (Valencia). Poeta, editor y activista cultural. Público en 2021 999 palabras (Cartonera del escorpión) y ¿Bailás? Le dice la soga al ahorcado, seguido de Siseo (Espacio Hudson, Argentina), en 2019 sobrante (La Garúa), en de 2016 Mediodía (Ed. Eolas), en 2013 Pobreza (Calambur) y En 2010 Incompleto, (Ed. 4 de agosto) entre otros libros. De 2007 al 2018 coordinó ciclos de lecturas poéticas y de pensamiento crítico en Librería Primado. De 2011 hasta 2019 con Ediciones Amargord junto a Javier Gil codirigió la colección de poesía ONCE. Desde el 2016 forma parte del núcleo directivo del Club Nuevo Mundo. En 2019 arrancó en Eolas ediciones la colección de poesía Lengua de agua. A partir del 2017 dirige la colección de ensayos —estudios culturales— de pensamiento crítico y lateral “Nuevos mapas del s. XXI”. Pertenece al Consejo Editorial de Castálida Revista de Literatura y Expresión Visual (Dir. Gral. Cultura de México). En 2021 comienza a dirigir la colección de poesía Libros de la hospitalidad en la editorial Olé Libros.
Ocupación actual: Estudiante.