Pueblo joven | Rodrigo Ponce

a LM Hermoza



Hoy desperté en Pueblo Joven. A mi lado dormía una mujer desnuda con tatuajes repartidos por la espalda, los muslos, los brazos y las costillas. No recordaba su nombre, pero tenía su olor impregnado en el bigote y en las manos. Era dulce y suave. Sabía que no iba a tener una habitación en ese lugar, pero al menos había tenido la oportunidad de estar con ella toda una noche. Eran las 7 de la mañana de un día sábado y todavía me quedaba tiempo antes de ir al trabajo. El día anterior había quedado con esta chica a las 19.00. Le dije que apenas terminara de trabajar me iría a su piso a ver la habitación que alquilaba. El dato me lo había pasado una amiga que también era de Chile. Estaba terminando el mes y yo necesitaba un lugar donde vivir.

A las 19.15 llegué a su piso. Vivía con una chica más, Nicole o Natalia creo que se llamaba. Era una chica trans de Mataró que se paseaba por el piso con el pelo empapado en productos de decoloración mientras sonaban canciones de Madonna en un monitor ubicado en el salón. Tomamos unas cuantas cervezas y hablamos mientras los vídeos pasaban en la pantalla. Nicole (o Natalia) se había ido a buscar a un amigo al metro y nos quedamos los dos solos en su piso recién alquilado y sin muebles. No te voy a poder arrendar la habitación me dijo de repente. Yo me sorprendí porque no me lo esperaba. Llevábamos un par de horas hablando y tomando cerveza sin que nada malo hubiese pasado. Incluso fumamos un porro que ella misma había armado. Entonces comencé a pensar en las cosas que podría haber dicho o hecho mal como para que no quisiera arrendarme la habitación. No se me ocurrió nada e ingenuamente le pregunté por qué. Porque te quiero follar. La quedé mirando y acto seguido se abalanzó sobre mí y nos empezamos a besar. Mientras estábamos en eso llega Natalia (o Nicole) con su amiga (o amigo) y nos sorprende en el acto. Sigan con lo suyo que a mí me da igual nos dijo y volvimos a lo nuestro. Luego me dijo que me quedara a dormir y que viéramos una película, que ya era tarde y que el toque de queda ya había empezado a correr. Yo asentí y la seguí a través del pasillo hacia la habitación en alquiler. Se desnudó de pie, a un lado de la cama y vi su cuerpo delgado y suave lleno de tatuajes. Yo me desnudé con un poco más de torpeza a su lado y ambos nos acostamos en la cama. Puso una película mala que a los poco minutos detuvo diciendo que estaba un poco ebria como para seguir los subtítulos. Le pregunté si prefería que la apagásemos y nos besáramos y me dijo que sí. Tenía sus pezones erectos entremedio de mis dedos. Su culo era suave sobre mis muslos velludos. Se escupió las palmas de las manos y me agarró los huevos con una mano y con la otra me masturbó mientras yo le mordía los pezones. Cuando me dirigía a su vagina me detuvo. Estoy con la regla me dijo voy a mancharlo todo. Si a ti no te importa a mí tampoco le dije ansioso por explorar todo su cuerpo. Bueno respondió espérame un poco que vaya al baño a limpiarme. Salió de la cama con gracia, como flotando. Su cuerpo era ingrávido y a no ser por los tatuajes hubiera dicho que era completamente transparente y puro. Cuando llegó se detuvo un momento bajo el dintel de la puerta y me miró. Era de madrugada pero las luces del edificio de enfrente le iluminaban el cuerpo. Era un ángel que algún dios lujurioso me había enviado y era solo para mí. Se metió otra vez en la cama y puso mi pene erecto y palpitante dentro de su boca. Sentí su paladar y su lengua moviéndose de arriba hacia abajo. La espalda, desde esa perspectiva, le caía como una cascada de agua fresca hasta llegar a sus caderas, donde reventaba formando su hermoso culo blanco y abundante. Le saqué mi pene de su boca y la tumbé hacia arriba. Le abrí las piernas con mis brazos y le metí los dedos. Era estrecha pero estaba completamente mojada. Una vez adentro sentí cómo su matriz se expandía como un globo. Gemía de placer. En un arrebato de éxtasis me tumbó de espaldas y se puso sobre mí. Me agarró el pene con una mano y se lo metió de un tirón. Cuando entró ambos dejamos escapar un gemido. Yo no tuve que hacer nada, ella se movía sobre mí con total independencia. Me montaba como si yo fuera un caballo manso y ella una jockey en éxtasis. Le agarré el cuello y la ahorqué suavemente. Sentía cómo le chorreaba su jugo a lo largo del tronco de mi pene hasta dar con mi vientre y mis muslos, como si fuera una naranja madura. Las sábanas se empezaban a llenar de flujo y sangre menstrual. Luego se dio la vuelta y me dijo que la follara desde atrás. ¿Por el culo? le pregunté yo. No me dijo solo desde atrás. En breves minutos yo ya chorreaba mi semen sobre su espalda para no correrme dentro. Era una posición compleja de sostener en el tiempo para mí.


Por la mañana me desperté y la observé dormir un momento. Qué lejos me sentía de su juventud, pensaba. Y eso que ni siquiera me consideraba una persona vieja, pero qué lejos me sentía de su juventud. Los años pasaban y no me volvía más joven. Le besé la espalda y me fui a la ducha. Cuando salí ya estaba despierta y leía apoyada en la pared. ¿Qué lees? le pregunté mientras me secaba, desnudo y mojado frente a su cuerpo ahora cubierto por un pijama que bien podría haber pertenecido a una niña. El mundo de Sofía me dijo. Mierda, pensé, ¿qué edad tendría realmente? Me hice el desentendido para no levantar sospechas hasta que al fin me decidí a preguntarle. Oye, ¿qué edad tienes? 19 me dijo ella sin levantar la vista del libro ¿Por qué? Por nada le dije yo. ¿Me vas a volver a ver? me preguntó desde la cama, alzando la vista sobre el libro. Claro le dije yo. No te voy a poder arrendar la habitación me dijo con un tono apenado. No importa le dije yoeso es lo de menos. Bueno me dijo dame un beso. Yo obedecí y luego me fui a trabajar.


Rodrigo Ponce

Rodrigo Ponce 

[Santiago de Chile, Chile, 1994] Ha publicado el libro de poemas Todas las madres me recuerdan a ti menos la mía (Microbio, 2021), así como en la Antología de poetas Latinoamericanos (Editorial Imaginante, 2015), y en diversas revistas como Microbio2+Oropel. También ha publicado poemas en los fanzines y plaquettes colectivos: La mueca de la cara contra el vientoLlaman también al agua simple venenoDiario de Birra. El ano 2021 obtuvo el 2° lugar del Concurso Nacional de Poesía Aristóteles de Chile. En Barcelona, fue co-fundador del colectivo Antropófagos, junto con poetas y artistas de diversas nacionalidades.