«Cualquier peruano leyendo este texto podría culparme de terruco o caviar» | Juan Francisco Quinteros

OJOXOJO [OXO] Háblanos un poco de ti.
Juan Francisco Quinteros [JFQ] Siempre me interesaron las artes en general; más aún las visuales. Aunque no son mi máxima fuente de inspiración, son la base de mi trabajo. Cuando empecé con el arte como estudiante, mis inquietudes temáticas eran muy diferentes. Estudié en la Universidad Católica del Perú. Pasé varios años fluctuando, más allá de los estudios generales, en los talleres de grabado. Experimenté sobre todo con la serigrafía que me llevó a conocer más profundamente el arte japonés del cual soy admirador; especialmente del periodo EDO (1600-1800), periodo de dominio del Shogunato Tokugawa, el mundo flotante llamado ukiyo-e. Las estampas de la época son hermosas, plenas de color y con temas extravariados: desde fantasías sadomaso hasta paisajes de profunda y enigmática paz. El contraste y diferencias técnicas entre el mundo oriental y mi formación de escuela europea, me generó una gama amplia de gustos. También, como cualquier mente inquieta, soy admirador de Leonardo, el artista por antonomasia del mundo occidental como Hokusai del oriental.
Llegué a una facultad en donde una gran mayoría venía de familias extra acomodadas. Yo provenía de un colegio clasemediero que en su momento fué experimental y tuve profesores activistas que siempre hablaban de la situación política social del país. Algo que me chocó de la universidad fué la pasividad de mi entorno. Era una burbuja muy alejada de la realidad. Otras facultades eran mucho más activas políticamente que la mía. Más allá de eso no puedo quejarme porque técnicamente mi formación fue excelente. La misma que tuve que interrumpir un par de años por temas económicos. Sin embargo siempre tuve la suerte de contar con un pequeño espacio como para experimentar con el arte, llámese: taller. Conté con ese pequeño espacio en el distrito más cultural y bohemio de Lima; además de hermoso, con playas y un lindo malecón. Inspiración nunca me faltó. Decidí al cuarto año de facultad retirarme. En fin, esos años de experimentación fueron muy útiles.

El viaje de Juan Francisco Quinteros


Participé poco en concursos de arte. Alguna vez postulé al Salón nacional de grabado y fuí seleccionado. Ese fue uno de los pocos concursos en que participé. Lo recuerdo con más cariño. Luego, desarrollé diferentes actividades ligadas al arte como asesoría en diseño textil y también diseño de vestuario para algunas producciones, como documentales. También participé en dirección de arte para alguna película y obra de teatro. Tuve experiencias por demás gratas, como la docencia. Fuí invitado a diferentes exposiciones colectivas. De la que recuerdo con más amor fue KATATAY, auspiciada por la PUCP, en la casa de la literatura se logró un colectivo muy bacán con diversos artistas, todos muy involucrados en aportar lo máximo posible, pues celebramos, con la instalación, el centenario del nacimiento de José María Arguedas, escritor indigenista por la cual siempre tuve mucha empatía. Manuel Scorza es otro de mis referentes, así como Ciro Alegría. La prosa del realismo mágico legendario y telúrico me inspira desde siempre. La temática de conflicto y situación social de sus protagonistas se convierte en los últimos años en eje de mi trabajo.
También hice muestras individuales. De hecho la identidad es el motor ulterior de mi trabajo. Pienso que aún estamos por definirnos como colectivo, como nación más allá de los límites fronterizos que “nos definen” como país. También vengo desarrollando una serie que llamo matriz ancestral re-planteada, con base de iconografía precolombina. Trabajo gráfica de Animales de Poder: aquellos que fueron ritualizados, sublimados, admirados por nuestros antepasados y que son parte del imaginario popular, pues muchas leyendas dependen de ellos y sus diversas facultades.
En ese sentido hay mucho aporte pendiente, pues toda latinoamérica necesita rescatar sus raíces para poder comprendernos. La construcción de las repúblicas criollas impone la continuación de un sistema de dominación impuesto desde la conquista con paradigmas y modelos que se hacen ajenos e incomprensibles para la mayoría, mal llamada minoría, que no termina de encontrarse en estos sistemas ajenos internacionales que son asumidos con sus consecuencias positivas y negativas. Me jode la etimología indígena desde siempre. Me parece una imposición desde el error geográfico que se perpetuó hasta nuestros días de una forma tan brutal que los pueblos originarios se sienten indígenas. Si ellos se reconocen así, entonces, no hay lugar a la crítica que puede sonar caprichosa.También me interesa el paisaje como el de los poderosos andes, la amazonía, la naturaleza. Soy surfer y siento una conexión mágica con el mar. Mis antepasados vienen del norte del Perú y me siento muy mochica, cultura lunar de estrecho contacto con el mar. Vivo desde hace siete años en balnearios al sur de Lima. Solo voy a la ciudad por temas laborales. La soporto cada vez menos.
Tuve la suerte de conocer varios países. Viví un tiempo en París. Me impresionaron mucho las colecciones de sus museos y también diré que, aunque conocí poco Grecia, me gusto mucho. A pesar de que no cuenta con la infraestructura de otros países de occidente, tiene un Museo Nacional de Arqueología, en Atenas, lleno de piezas sorprendentes. Atenas tiene un toque sudaca con el que cualquier latino empatiza fácilmente; eso desde la comida hasta las calles.
No diré nada más de mis preferencias en las artes porque sería explayarme eternamente. Lo que diré es que desde siempre el arte es una fuerte arma para sensibilizar a la gente.

De Juan Francisco Quinteros


[OXO] Muchas gracias por tu detallada e interesante presentación. Francisco, tuve la suerte de conocerte personalmente en París, de vagar juntos por sus calles. Me gustaría preguntarte algo que me ha llamado la atención de tu trabajo. Cuando te conocí… Hará 10 años. Tengo la impresión de que estabas… ¿Cómo decirlo? Choloficando París en tus obras, por un lado, y por el otro, evidenciando esa cholificación de Lima, la capital, representando sus símbolos, dentro del imaginario social, y tópicos: por ejemplo, las combis, los taxi-cholo, las favelas o pueblos jóvenes en los cerros de la periferia, de una manera un tanto pop, un tanto psicodélica. Era una una etapa de superposición de realidades. ¿Es cierto?
[JFQ] París fué una gran experiencia para comprender occidente. A pesar de que mi formación, como la de cualquier mestizo sudamericano urbano, fue a la manera occidental, siempre tuve pensamiento sincrético. Hay una gran distancia entre eso y vivir en una ciudad ajena del viejo continente. Allí, aprendí a hablar el idioma por necesidad en la mejor escuela que es la calle y a desenvolverme en ese mundo. En ese tiempo venía desarrollando una propuesta que se podría identificar como Pop Folk (Warhol siempre fue gran influencia, quizás por mi proximidad a la serigrafía o quizás porque en el pop es inevitable). En el Perú, existe un estilo gráfico: el pop achorado (término acuñado por J. Ruiz Duran). Lima, en sus zonas populares, está llena de anuncios de conciertos chicha; así como también en provincias. Es más fuerte aún en los conos de la ciudad: ese estilo que veía en mis viajes a las playas del norte del país, donde la cumbia y sus afiches te gritan a la cara. Años antes de viajar a París, hice mi primera muestra individual, MIGRAMORIA (de migración y memoria). Recuerdo que por esos tiempos, en Perú, había una campaña publicitaria para invitar al turismo internacional; cosa que me parecía aburrida y superficial. No obstante, me inspiró MIGRAMORIA. Quería transmitir el sentimiento de estar presente y en armonía con el lugar que se visita, sentir la pertenencia más allá de tormarse una foto con una mamacha y, por otro lado, quería transmitir la vibración cromática de las migraciones a la periferia de la ciudad y la imposición de colores migrantes, pujantes, explosivos en las casas de los cerros de la ciudad, hacerlos visibles. Fue en ese tiempo que nos conocimos en París. Como no contaba con un espacio para pintar, desarrollé una serie digital con imágenes (mis fotos parisinas). Claro, le di un giro hacia el color intenso y vibración ecléctica. Quizás para apropiarme de ella, sintetizándola a mi manera, superponiendo el color chicha a una ciudad diametralmente opuesta a la mía, para poder procesarla.

París de Juan Francisco Quinteros


[OXO] El año pasado, volví a Lima por unos meses y tuve la oportunidad de visitar una de tus expos. Me llamó la atención no encontrar esa referencia de la época parisina. En cambio, lo que observé fue una reinterpretación o representación de las referencias o reminiscencias andinas y/o autóctonas. Desde la cosmovisión andina hasta la mochica; en todo caso, telúrica. Era como si hubieras subido a otro nivel o, mejor dicho, descendido hacia la raíz. ¿Qué tienes que decir sobre esto?
[JFQ] Ha pasado bastante tiempo desde esos lejanos años. Diría que una estancia afuera, por lo general, te hace percibir de otra forma tu propia nación. La exposición a modelos tan diferentes que en simultáneo son un standard en distintos tiempos y en diferentes países, incluso lejanos geográficamente, te hace reflexionar sobre los procesos propios. Como peruanos, somos una esquiva identidad y definirla es una tarea pendiente que no se remite a un plato de comida o una canción. La identidad está en lo profundo, en lo popular del país, en su historia (milenaria y contemporánea). En nuestro caso, en el legado precolombino que aún tiene mucho por mostrar. Diría que en la costa, en sus grandes ciudades como Lima, el sistema impone una forma que se aleja de nuestra sensibilidad. Trato, pues, de alguna manera y en contraste con esa realidad capitalina, de transmitir, comunicar y hacer visible a través del arte este conjunto de manifestaciones culturales endémicas por demás diversas que representan la ancestralidad y la historia.

Soy Río de Juan Francisco Quinteros

 


En los últimos años siempre tuve un espacio para desarrollar mi actividad. Esto me ha permitido desarrollar diferentes técnicas en simultáneo y también estudiar textos y profundizar y refrescar mis referentes sobre la historia peruana y su dramática tradición, la literatura, la poesía, el cine, los documentales y la música nacional. Abandoné la ciudad hace aproximadamente 8 años. Mi paisaje local se transformó en mar y estribaciones andinas. En ese contraste, mi eje creativo se ancló entre el indomable pacífico y los poderosos andes. Sin embargo, nunca abandoné la temática urbana: en 2019, participé en una muestra colectiva, LIMAMIL, con la serie arquitectura de la realidad nacional y en la muestra individual, LIMAQ, en donde participé con una serie rural que seguía el curso del río lurín desde el apu Pariakaka, cuyo deshielo hidrata el sur de Lima. En la actualidad, trabajo una serie de serigrafías intervenidas sobre el cerro San Cristóbal. Sobre la cruz católica, sobrepongo la chakana (mapa celestial andino/constelación de la cruz del sur), en señal de supremacía y permanencia de lo autóctono.

Rimac01.web


Mi interés por la cosmovisión de los pueblos originarios se hizo cada vez más intenso como reflexivo. Es una búsqueda de nuestras raíces vivas, absolutamente necesaria para comprender quiénes somos y hacia dónde vamos. La cosmovisión andina nos contiene. Es actual y milenaria. Su continuidad é influencia es ineludible. ¿Por qué no conocerla, nutrirse de su filosofía, sus símbolos, replantearla desde el arte contemporáneo?
El rastro de mis propios ancestros me lleva hasta Santiago de Cao, localidad en la costa trujillana de donde proviene mi abuelo. Eso y mi afición por el mar y la pintura, el dibujo, me hacen sentir personalmente un mestizo más mochica que quechua. En ese espacio ubico mi serie de matriz ancestral-replanteada. Siempre me fascinó el arte de esta cultura, su refinada visión, la meticulosa elaboración de objetos rituales, murales, así como un infinito imaginario de formas simbólicas, la manufactura y calidad de sus obras le dan un sentido clásico que trasciende. Posee un nivel de síntesis y representación que puede ser interpretada y reinterpretada infinitamente; en mi caso en el dibujo, en el diseño y hasta en los tatuajes de mi cuerpo, para los cuales usé una matriz modificada del pez ceremonial que porta un vaso conteniendo huachuma, la bebida alucinógena que abría y abre las puertas dimensionales en las ceremonias. La vigencia de su arte será eterna. Estamos aquí para reafirmar su legado.

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[OXO] Aparece un nuevo elemento en tu trabajo, un elemento que es un discurso mucho más directo y, a la vez, perturbante. Me refiero al imaginario animal: la representación de los que llamas “animales de poder”. Pumas, zorros, colibríes, águilas, panteras, ciervos, etc., animales que forman parte del imaginario universal, no solo peruano. ¿Por qué representas estos animales? ¿De qué manera te interpelan y en qué forma quieres interpelar al espectador de estas obras?
[JFQ] Perturbante es la forma en que nos desligamos del reino animal que a la vez es al que pertenecemos. La forma en que nos relacionamos o imponemos la mirada superior hacia ellos (los animales) los condena al límite, desde el arrebato de sus santuarios pasando por su caza desmedida. Forzamos la existencia de aquellos que en la tradición milenaria se comunicaban con nosotros. Se dice que hablaban y actuaban como y con los humanos. Pienso que se trata de una dinámica simbólica, que al respetarlos integralmente y venerarlos se generaba un diálogo desde la admiración y ritualización universal.
Remitiendonos a nuestras culturas, los animales de poder cumplen una función vital para la armonía en el mundo. Es una lectura naturalista, tal como lo fue la visión y filosofía humana pre-urbana, que persiste en el mundo rural. Los animales de poder que represento son aquellos legendarios seres cuyas capacidades rozan la magia. Todos ellos son maestros de la supervivencia. Se cree que la arquitectura monumental inka en Machu Picchu representa los tres animales más importantes en la cosmovisión andina: el Cóndor que comunica el cielo (hanan pacha) y la tierra (pachamama), el puma que representa la astucia y el sigilo con el que se sugiere transitar el mundo del presente en la tierra (kay pacha, pachamama) y la serpiente que relaciona el mundo de ahora, con el mundo del pasado y el inframundo (uku pacha), el mundo que contiene la energía necesaria para el surgimiento de la vida (kamay, energía vital). Esta lectura simplificada de la tradición quechua compila varios mitos. La relevancia animal se encuentra, por ejemplo, en el sitio arqueológico de Vilcas Huamán (halcón, viracocha) en Ayacucho, que es un templo dedicado al Dios Halcón (Huamán, mi animal tótem por excelencia). Me lo encuentro a menudo cuando miro al cielo, esté donde esté. En algunas de nuestras culturas los brujos/médicos/chamanes del antiguo Perú se transmutaban en animales. Los sacerdotes en halcones. En el temprano Chavín, cuando existía el culto al jaguar, los sacerdotes se apropiaban simbólicamente, a través de su arte, de las facultades del felino. En sus ceremonias, se estimulaba a la gente con bebidas sagradas a abandonar este mundo conocido para entrar en una dimensión de contacto con la tierra y sus sentires, no en forma humana, sino en un avatar animal.

Pantera de Juan Francisco Quinteros


El caso particular del colibrí que aparentemente es un pequeño y frágil, representa para mí un animal alucinante. Una leyenda quechua, que compartimos en esencia con una leyenda maya, narra que este pequeño titán salva con su sacrificio suicida al mundo de la sequía. Eso armoniza perfecto con la polinización de diversas especies vegetales que dependen de esta hermosa ave.
Podría decir que soy un animalista que propone la visualización y percepción de estos animales, más allá de su belleza, en su misterio. Recuperar el respeto a su armoniosa existencia es fundamental. En algún momento ellos fueron nuestros modelos culturales. Se convirtieron por ejemplo en constelaciones (atoq/zorro, yakana/llama). Ellos reinaban antes que nosotros y dominaban el mundo en equilibrio. Pienso que su existencia es un milagro, pura magia que va desapareciendo del planeta. El mundo se acerca rápidamente a su desaparición, tal como lo conocemos. La vitalidad y poder salvaje animal son un recordatorio de tiempos lejanos. En ese sentido, me hacen reflexionar sobre nuestra propia existencia como el máximo depredador del planeta, con infinitas cualidades, muchas de ellas autodestructivas. Muchas veces veo arte que replica nuestra existencia, como máximo ser de la evolución y el más importante del reino animal. Yo lo dudo; quizás por eso mi inquietud por reivindicar la importancia ANIMAL.

Qinti de Juan Francisco Quinteros


[OXO]
Es interesante, también, un motivo que comienza a ser recurrente en tus trabajos. Me refiero al agente de revuelta: desde rebeldes que reivindican sus derechos hasta bandoleros, entendidos socialmente como delincuentes que pasaron a la historia por sus simpatías hacia los oprimidos. Sabemos que lo legal es una convención que imponen las mayorías pero que también cambian, así como evoluciona, para bien o para mal, la sociedad. En lo que se refiere a tu trabajo, ¿cómo explicas la incursión de ese tipo de personaje, ilegal y rebelde, en tu obra?
[JFQ] Como mencioné antes, la literatura indigenista peruana de la generación del 50 me inspira con sus relatos cargados de realismo mágico, que nos acercan un paso más a la mutación del universo andino que acusa una forzosa transformación, motivada entre otras cosas por la expropiación de tierras, en un proceso abusivo y violento, que se apoya en la complicidad del estado: un genocidio sostenido en toda sudamerica, que existe desde la colonia.
Las naciones originarias tienen una estructura comunal que no encaja aún en los sistemas económicos, políticos, sociales de las américas. Quizás eso virtualmente cambió en los últimos años; sin embargo, en el espacio histórico en que se ubican las novelas indigenistas (años 50 y 60) los novelistas, desde lo vivencial, absorben de la energía telúrica agridulce del drama andino. En los años de revolución, se sienten llamados a ser la voz de la guerra silenciosa. La prensa oficial, tal como lo está ahora, se encuentraba al servicio del sistema dominante. Se cometieron innumerables crímenes; por ejemplo, en la localidad de Rancas que Manuel Scorza, a través de su pentalogía, se encargará de inmortalizar como la historia no oficial de Cerro de Pasco y sus comunidades ancestrales en una lucha dispareja contra una compañía minera. En su novela Redoble por Rancas, co-existen varios personajes, mismos que son una extraña combinación de coraje, tradición, resistencia y resiliencia que se transforma en entregado y anónimo heroísmo. Estos interesantes personajes pertenecen a un imaginario popular que reivindica los valores y un estilo de vida que se resiste a morir, por el cual vale la pena el sacrificio.

Agapito de Juan Francisco Quinteros


Agapito Robles que fue injustamente apresado era un líder comunal de la localidad de Rancas. Pasó por el servicio militar en Lima, el mismo que le fue útil para organizar la retoma de sus tierras; así como para enfrentarse en la batalla final al mismo ejército que apoyó a los llamados gamonales (una especie de señores feudales contemporáneos) en una batalla nocturna. Agapito Robles fue un líder de la revuelta, aunque para la prensa del momento y el poder, un subversivo. Sin embargo, su causa fue justa y ha pasado a la historia no oficial como un héroe, un hermoso personaje histórico que vale reivindicar como un verdadero grito de independencia quechua. Fue capaz de inmolarse por su causa. ¿Cómo no enamorarse de un personaje así? Su lucha no fué para nada romántica: para el pastor y el agricultor se trataba de sobrevivir. Personajes así me inspiran respeto y admiración. Gente que con escasa preparación supo organizar comunidades, al lado de otros personajes más controversiales como Héctor Chacón “El Nictálope”, otro comunero de Yanahuanca, personaje nocturno que, rodeado de otros sobre-humanos marginales (abigeos), vigila a los abusivos hacendados y al Todopoderoso corrupto Juez de la localidad (resguardado por el ejército) para emboscarlos. Para mí como para muchos esta rebeldía representa la permanencia de la esencia humana y la lucha que a la vez es crítica contra la violenta imposición del sistema en búsqueda del desarrollo.

Nictalope de Juan Francisco Quinteros


Releí a Scorza y otros llamados neo indigenistas durante la pandemia. Rescaté estos personajes pues es inevitable (al menos para mí) simpatizar por ellos, por sus luchas que son nuestras luchas. La imposición de la legalidad se hace confusa y el concepto de mayorías cada vez me parece más extraño. ¿Cómo llamar minoría a la nación quechua en Perú? Es una denominación ambigua. Diremos en contraposición que la justicia y el poder están concentrados en una minoría criolla que jamás hizo bien su trabajo de integración y que está en deuda hasta hoy. Es importante mantener viva la memoria y confrontarnos con nuestra propia historia. Quizás algún día los peruanos podremos reconciliarnos como sociedad, aunque sea utópico pensarlo más aún cuando cualquier otro peruano leyendo este texto podría culparme de terruco o caviar.


Juan Francisco Quinteros

Juan Francisco Quinteros
[Lima, 1976] Realizó estudios universitarios de arte en la Pontificia Universidad Católica del Perú, de la que se retiró al cuarto año. Paralelamente, continuó su formación con diferentes cursos de diseño y experimentando en su taller. Ejerció en la docencia, desde la educación primaria hasta superior y talleres de verano para el Museo de Arte de Lima. Autogestionó y participó en exposiciones individuales y colectivas. Vivió en la antigua Estación Desamparados, ahora Casa de la Literatura Peruana, en donde formó parte de un colectivo con quienes, en 2011, conmemoraron el nacimiento de José María Arguedas. Vivió en Francia, la ciudad-museo, donde redescubrió el arte contemplado en libros y enciclopedias. De regreso en Perú, retomó los talleres, la docencia y el surf. "Me preocupa sobremanera la alienación y pienso que es misión de los artistas denunciar los problemas sociales más aún en un país tan fragmentado como el Perú, donde existen varios mundos paralelos, la identidad es una tarea de construcción colectiva en la que toca proponer desde distintas artes y miradas".

LM Hermoza en OJOXOJO.XYZ

L.M. Hermoza
[Trujillo, Perú] Es licenciado en Filología Románica, Máster en Letras y Máster en E-learning. Ha vivido en Perú, en España y Francia. Lideró la Agrupación cornelista: por un planeta sin humanos, con la que publicó fanzines y realizó recitales y performances en Barcelona y París. Dirigió la revista de literatura La Siega. Co-dirigió 2+. Formó parte del consejo de redacción de la revista Paralelo Sur. Ha publicado, en poesía, La trilogía del signo (2021), que reúne sus tres libros de poesía aparecidos en ediciones ultralimitadas en Londres, Ciudad de México, Lima y Mánchester. En narrativa, ha publicado la novela La madre rata (2020), cuya versión preliminar quedó finalista en dos concursos. Es co-director de esta revista. Web personal: lmhermoza.net.